He inventado mil razones para olvidarte.
Me he autoengañado, diciéndole a mi corazón
Que no eres nada importante para mi alma.
He negado que tus besos fueran de amor,
Total…
Tú ni lo sabes,
Ni los sentiste,
Ni lo imaginas.
He recorrido todos los lugares en los que nos vimos,
Ese parque verde que hasta en invierno es bonito.
Ese bar que tenía vida si nuestras risas eran al unísono.
Esa playa en donde nos devoramos
Porque lo único que queríamos era que el mar nos tragase para dar un poco de frío al fuego que desprendíamos.
Tus ojos, intenté borrarlos de mi mente
Y tu colonia he evitado encontrarla,
Sé que si lo hago,
me lleva directa a tu cuello para volver a recorrerlo.
Me niego a seguir alabándote
Y me odio cuando cualquier beso
Se vuelve indiferente porque ninguno es comparable con los tuyos.
Pero,
¿De qué vale engañarse?
Si este texto sólo tiene tu nombre en cada verso.
Si cada palabra de amor que digo,
sólo sale gracias a tu recuerdo.
Si tu ausencia no vale de nada
Porque estás presente en cada esquina,
En cada estrella,
En cada grano de arena,
En cada madrugada de verano.
¿De que vale engañarse?
Si el único naufragio que quiero
Está en el mar de tus labios.
Si no hay más pasión,
que la tú despertabas en mi cama.
Si no hay más ganas que las de recorrer tu cuerpo
Y no cansarme de susurrarte al oído
Que sólo tú tienes el poder
De revivir en mí las ganas.
Las ganas de olvidarme,
Las ganas de recordarte.