Escribo esto mientras lloro, pero de verdad que no puedo.
Mi yaya está mal, está muy mal. No se acuerda de casi nada, a mí hasta ahora me ha reconocido siempre, pero no es ella, está su cuerpo y de vez en cuando alguna palabra que parece suya, pero nada más.
A mi mi crió mi abuela, mis padres tienen un fabrica que los hace un poco esclavos y mi yaya siempre ha tenido todo el tiempo del mundo para mí. Desde el añito hasta pasada la mayoría de edad ha sido todo para mí. La cama, la comida, el amor, el beso de buenas noches, el ángel de la guarda, la película de Marisol y de Lina Morgan, el bocadillo de chocolate, la medicina para curarme todo lo que me dolía.
Y ahora, ahora que es justo cuando ella más me necesita yo no soy capaz de ir a verla. Se me rompe el corazón, pero es que no puedo, es superior a mí. Me duele entrar en su casa gritar un ‘YA ESTOY AQUÍ’ y que ella no me grite de vuelta ‘EL GALLO KIKIRIKI’, porque no se acuerda de que ese es nuestro saludo, porque no se acuerda de todo lo que somos, porque se acuerda de poco más que mi nombre y que soy alguien especial.
Supongo que muchas aquí seréis fuertes, pero yo no sé cómo hacerlo, no sé por dónde empezar, sé que me arrepentiré toda la vida, pero soy incapaz de aguantar a su lado más que unos pocos minutos cuando consigo forzarme a ir.