Mi madre es muy buena. La quiero muchísimo y me ayuda un montón. Pero no sé qué me pasa últimamente con ella, siento que su tristeza multiplica la mía.
He pasado por una época bastante mala (han muerto mi suegro, mi perro y he sufrido un aborto involuntario). Mi madre es un apoyo enorme, pero… Es muy sufridora. Es como que vive las emociones de forma muy intensa y mucho tiempo, aunque le pida que necesito estar bien y que quiero pasar página, ella necesita sacar su tristeza y llora delante de mí cuando yo ya estoy empezando a sanar. Y lo entiendo, no soy una persona que no tolere las emociones ajenas, pero al final, aunque ella me ame y le duela lo que me pase, ha sido a mí y a mi marido a quien nos han pasado esas desgracias, si le pido que no me viene bien un ambiente de tristeza y cuando nos vemos se le escapan las lágrimas nada más verme, me hace daño y me dificulta remontar. He llegado al punto que, en los dos últimos sucesos (lo del perro y lo del bebé), les he pedido que no quiero ver ni hablar a nadie de la familia (por no ofenderla que no sienta que es sólo con ella) y me he desahogado sólo con mi marido en casa y amigas por WhatsApp porque sé que si quedo con ella me va a anclar a la tristeza.
A veces siento que ella cree que ama más o es mejor persona quien más triste está y que si no demuestra que está triste por lo que te pasa, no deja claro que te quiere y le preocupas. O que si no estás muy triste ante un suceso triste, es que no te ha dado suficiente pena. Alguna vez le he oído comentarios sobre gente fría porque parece estar bien después de algo duro (aunque quién sabe si está bien o mal). Sé que cada cual tiene su predominancia emocional, yo soy llorona pero fuerte, y creo que tienes que dejar salir las emociones pero no aferrarte a la pena. No sé, debe haber un punto medio entre reprimir y no ser capaz de controlar en absoluto las emociones.
Yo lo he pasado mal estos meses con las tres cosas que me han pasado… Pero pienso que mi suegro y mi perro estaban muy mal, les dimos mucho amor y al irse dejaron de sufrir, lloramos mucho su pérdida pero nos quedó la satisfacción de que se fueron acompañados y amados, y ya descansaron. Lo de mi aborto ha sido muy duro, pero me consuela pensar que fue en una etapa temprana del embarazo, que tengo otro hijo maravilloso que merece mi felicidad, así que me di un día de llorar al máximo y luego me he volcado en jugar y disfrutar con mi niño, aunque siempre llevaré ese bebé que no llegó a ser en mi corazón… Hay que llorar y dejar salir la tristeza, pero no regodearse en ella.
Sé que ella es más emotiva, pero creo que si le he pedido que quiero intentar superarlo y que verla llorar en cuanto me mira me hace daño (se lo he explicado así de claro), si no puede evitarlo, quizás debería darse un tiempo ella sin verme. Al final han sido pérdidas mías y ella llora y no me deja salir de ahí.
Luego está bien, pero es como que el primer momento de verme tiene que llorar un poco y luego está normal, pero a mí ya me da un pellizco el corazón y me deja angustia por horas. Ella me ve, suelta la lágrima, me deja claro que le doy pena, se calma, y yo me quedo mal.
Y eso me ha llevado a pillarle una especie de tirria, y esa tirria me hace sentirme culpable porque es muy buena y no sé si con ella soy una intolerante emocional (de verdad que no me pasa con nadie más, me gusta escuchar). Por ejemplo, han salido a flote a mí recuerdos de infancia que son absurdos pero me hicieron sentir mal. Me pusieron gafas con 6 años y ella lo llevó muy mal, lloró a mares cuando el oftalmólogo dijo que yo era miope, lloró a mares con cada gafa que me probaba en la óptica diciendo a todas las monturas que no le gustaban, y lloró el día que trajo las elegidas a la puerta del colegio para que me las pusiera por primera vez, con todos mis amigos y sus madres mirándome mientras ella lloraba y lloraba, con las otras madres dándole palmaditas en la espalda, como si en vez de miopía me hubiesen sacado un cáncer ocular, y yo me moría de vergüenza al imaginar cuán fea debía estar con esas gafas que hacían llorar a mi madre. Y me siento mal por traer a flote un recuerdo de hace 30 años, pobre mujer, que llevo 3 décadas guardándole rencor por su emoción de entonces.
Es como si estas últimas situaciones tristes y su reacción hubiesen despertado en mí un aluvión de recuerdos en los que siento que su pena siempre es más grande que la mía, y que puedo gestionar mi pena perfectamente, pero me toca cargar también con la suya y no puedo.
Otra cosa es que tiene que saberlo TODO. Como sabe que no quería hablar cuando pasó lo del bebé, le hablaba a mi marido, que cómo estaba, si me dolía, que la tuviese bien informada, que si había expulsado todo… Así dos o tres WhatsApps a diario. Y una parte de mí dice que soy cruel por no darle esa información, otra dice que tampoco tengo que informarle de un proceso que no es tabú pero que sí puede ser íntimo, que si ya sabe que estoy bien no necesita saber si me duele (mandé un mensaje diciendo que estaba bien pero que necesitaba espacio, y ella me lo dio a mí pero atosigando a mi marido que estaba a mi lado y ella lo sabía, con lo cual mi ansiedad era la misma). No sé, sólo necesitas saber que estoy bien. Lo demás es mío.
Más ejemplos, en cada eco de este embarazo horrible o de mi anterior embarazo, o cada vez que he ido al pediatra con el nene, el día de antes pregunta: «Mañana tienes cita, no? Avisa en cuanto sepas». Le digo que vale pero que no esté agobiando (porque la conozco). Cinco minutos antes de la consulta igual: «¿Estáis ya en el médico? Dime algo en cuanto sepas». Y si salimos un poco más tarde, ya está: «Dinos algo, por dios!». Que si te dan una mala noticia como nos pasó con mi última eco, estás gestionando tu palo y la ansiedad de ella, sabiendo que si no contestas rápido se pondrá más nerviosa, pero igual tú necesitas tu tiempo y ella está ahí encima. Que me acababan de decir que mi bebé no tenía latido, el mío estaba roto, y mi cabeza diciéndome: «mamá te pide info por WhatsApp, si no contestas te va a volver a preguntar, atiende a mamá que se va a poner muy nerviosa». Sé que si no hubiese contestado, me habría llamado y habría sido peor para mí hablado que por WhatsApp, y que si le cuelgo me sentiría muy culpable.
No sé, mi marido dice que sí, que ella es intensa, pero que yo estoy como a la que salta últimamente. No sé si es porque estoy mal por todo lo sucedido y más sensible, o porque ella de verdad no sabe limitarse un poco en algunas cosas, o una mezcla de ambas.
Y me siento egoísta porque ella es maravillosa, una madre entregada, amorosa, suele ser respetuosa en todo lo demás, cuida de nuestro hijo con el máximo amor y sin pedir nada a cambio… Y tengo culpa por sentir algo malo hacia alguien tan bueno.
¿Algún consejo, punto de vista que me aporte claridad, experiencias similares tanto en mi piel como en la de mi madre?
Gracias.