Hace tiempo que siempre coincido con dos chicas amigas en la cafetería de al lado de donde trabajo. Soy profe y algunos compis y yo solemos ir a la misma hora al cafetito.
El otro día tuvimos un debate con este duo, una reaccionó para mi opinión exageradamente y para gusto de otros hizo bien. Os cuento.
Una de las chicas llevaba una especie de tirita en el tobillo, y cuando llegó la otra amiga la conversación se volvió algo así:
-Ah pero que te pasó? Te pasó algo? Te hiciste daño?
– No, no es nada.
– Algo es si no no llevabas eso.
– Boh, es una tirita que me puse para que no me quede marca con el sol que hacía.
– Ves como es algo? Como te lo hiciste?
– joder todo quieres saber…en el gimnasio
Siguieron hablando de otras cosas, y la chica de la tirita estaba jugando con la esquina de la tirita, a lo que la otra procedió..
– Pero quieres estar quieta que te la vas a quitar?
– Me la quito si quiero qué te más te da
– No, no me da es que si la pusiste es por algo.
Siguieron hablando y esta volvió a rascar el borde de la tirita. La otra le dio en la mano y le dijo algo «para quieta oh» y le dio en la mano.
La otra se levantó y le echó una mirada que yo creo que no le soltó una hostia de milagro. Miró alrededor, respiró, se sentó y le dijo «no me vuelvas a tocar, voy a ignorar esto pero no lo vuelvas a hacer. Si me quiero quitar una tirita que y me puse porque quise, me la quito, queda claro?».
Así que en el tiempo que llevamos viéndolas la impresión que nos da es que una está colada por la otra y la otra digamos que no juega en su bando, que se da cuenta y está agobiada. Otros piensan que la chica de la tirita no se cuenta y otros simplemente que es un poco especialita.