¡Hola a tod@s! No sabía dónde poner esto, pero necesito desahogarme.
Soy una amante de los perros y, hasta el sábado, yo tenía tres hermosas perritas.
La mayor de ellas había pasado conmigo casi nueve años de nuestras vidas. Pasé mucho tiempo a su lado, siempre me acompañaba en los mejores y peores momentos, estuvo cada vez que la necesité y fue mi familia.
Pero el viernes en la noche tuvo una convulsión, y, por la cuarentena, no pudimos encontrar veterinarios a esa hora.
Al siguiente día fuimos a que la revisaran y le recetaron muchos medicamentos.
Ella siempre había sido muy alegre y llena de energía, y ahora estaba inmóvil en una cama, conectada a un suero. Aun así, yo tenía la esperanza de que se recuperara.
Luego vino lo peor: tuvo nueve convulsiones más en menos de un día y medio; y, en la última, a las cinco de la mañana, no resistió más y falleció.
Había sido uno de los seres más importantes en mi vida y en un abrir y cerrar de ojos se fue para siempre.
Muchos harán de menos el dolor que he sentido estos días porque no todo el mundo ve un perro como más que una mascota, y para mí era mucho más.
La gran lección que esto me dio es que jamás demos por hecho la presencia de nadie en nuestra vida; no sabemos si mañana tendrá que irse.
Y creí que, de haber sabido que se iría tan pronto, habría hecho especiales sus últimos días. Esto es un grave error: debemos hacer que todos los días con alguien sean especiales, y no esperar a pasar por esta situación para empezar a valorar a nuestros seres amados.
Así que amen a sus hijos, a sus padres, a sus hermanos, a sus parejas, a sus amigos, a sus mascotas…; y háganselos saber siempre. Hay que disfrutar este tiempo que tenemos a su lado.
Gracias por leer.