Holaaaaa!!

Hoy me animo a colgar mi tercer rleto ya escrito desde hace tiempo. Lo he dividido de partes, a ver si os gusta…

«Sonó mi móvil. Una llamada tuya. Hacía ya tiempo que no hablábamos, intercambiar algún correo subidito de tono y hablar mucho por facebook. Por eso, estaba sorprendida.
Me tienes que echar una mano, dijiste contundente. A mí me dieron ganas de preguntarte que a donde pero sabía que si llamabas era algo serio. Necesitabas mi ayuda. Estabas hasta arriba de trabajo e ibas retrasado.
Uno de los proveedores nos ha fallado, ando dando explicaciones toda la santa mañana y esta tarde vienen unos clientes a ver su pedido, el cual no está tramitado, ¿podrías venir a hablar con ellos?, me imploraste con decisión. No te iba a fallar y lo sabías.
Me citaste a las tres y aunque nunca había estado en tu oficina sabía que me harías sentir como en casa. Me preparé para lo ocasión, una buena presencia lo dice todo: traje de falda y chaqueta negro con una blusa blanca con toques rojizos… espectacular con unos taconazos de infarto para que me sintiese segura de mi misma… estaba estupenda. Me sentía estupenda.
Aparqué mi coche y entre en el edificio. Después de preguntarle a la recepcionista por ti, me acompaño hasta tu despacho. Habías tenido muchos cristos esa mañana, un día complicado… cuando entré estabas al teléfono. Parecías discutir con alguien. Problemas y más problemas.
Había ido a tu oficina para hablar con tus clientes y tú estabas ocupado, así que me despedí ligeramente con la cabeza. Veía como me seguías con la mirada por la cristalera. Sabía que no te estabas perdiendo ningún detalle.
Desde tu despacho podías observar todo, incluida la sala de reuniones. Así que me miraste salir de tu despacho, recorrer el pasillo y entrar a esa sala.
Allí estaban los clientes, no tenían muy buena cara. Yo les ofrecí la mejor de mis sonrisas mientras llenaba la cafetera. Encima de la mesa había bollitos y no dudaron en coger más de uno. Yo quería hacer tiempo para que vinieses tú. Me giré para verte pero seguías enfrascado en una conversación telefónica.
Decidí empezar yo sola, me veía capaz. No era la primera vez que lo hacía y mi poder de convicción no fallaba casi nunca. Les explique el por qué del retraso de su pedido. No era nuestra culpa y se lo hice saber de la manera más sincera posible. Parecía que mis alabaciones a tu empresa surtían su efecto. Ese efecto que pude ver en sus sonrisas.
Tras veinte minutos de conversaciones, parecieron conformes y nos dispusimos a despedirnos. Yo estaba tan emocionada que se me había olvidado el protocolo y les di dos besos a cada uno. Dios, me ibas a matar por eso!!!, pensé.
Cuando ya íbamos a salir, apareciste como de la nada para pedir disculpas por tu no asistencia. Confío en la señorita haya estado a la altura de las circunstancias, dijiste dándoles la mano. No me gustó nada esa frase. Tú querías ser amable con los clientes pero acaso pensabas que no iba a estar a la altura??, te maldije para mis adentros. No me gusta que duden de mi profesionalidad.
Justo en el momento que nos íbamos hacia tu despacho, te sonó el móvil. Otro marrón. Yo estaba algo picada contigo… no hacía más que pensar: estar a la altura, estar a la altura…así que decidí despedirte con la mano y marcharme mientras tu rebuscabas unos papeles en tu mesa.
Monté en mi coche y tras dar un portazo, metí la marcha atrás. Pusiste tu mano en el capó del coche. Vaya susto. Bajé la ventanilla. Donde te crees que vas, nena???, me preguntaste. Yo trague saliva. No te había gustado mi exposición, estaba segura.
Volví a aparcar y me hiciste bajar del coche. Me dabas miedo, pensado que la había cagado contigo.
No vas a cobrar por esto???, me dijiste mientras recogía mi americana del asiento. Lo has hecho genial, acabo de hablar con los clientes, te los has comido… nos dan tres meses más de plazo para su pedido.
Eso es genial!! Grite yo. Y te rodee con mis brazos saltando de alegría. Era una noticia estupenda y no podía reprimir mi alegría. Tú me agarraste de la cintura y apretaste mi cuerpo contra el tuyo. ¿Qué te parece si me invitas a una cerveza para celebrarlo? Un plan perfecto para celebrar un gran acuerdo, me dijiste en un susurro.
Yo me marché con el coche mientras tú recogías tus cosas, así que llegue antes. No había mucha gente así que decidí sentarme en una mesa junto a la ventana. Como no sabía lo que ibas a tardar, me pedía un nestea y mientras me lo traían me entretuve con mi móvil. Leer mensajes, facebook,… De repente, un whatsapp tuyo: “llego ahora, estoy haciendo un recado. Dame cinco minutos”. “Te voy pidiendo algo?, te conteste. “Pide unos cocktails para los dos, este acuerdo hay que celebrarlo a lo grande”.
Me acerqué a la barra, y pedí dos Sex on the beach. A mí me encanta y sabía que tú no lo habías probado porque prometiste hacerlo conmigo. De la que volvía, me agarraste de la cintura por detrás… casi se me cae todo del susto. Me dijiste acercándote a mi oído: eres genial, hacemos un gran equipo.
Era verdad. Hacíamos un gran equipo. Hay química entre nosotros y eso se nota. Ambos lo notábamos. Cuando estábamos juntos había algo en el ambiente, en nuestro ambiente. Había tensión entre nosotros. Era casi palpable…
Hablamos del trato que acabamos de cerrar. De tu empresa, de mi trabajo, un poco de todo… Nos reímos un montón, parecía que no habíamos hablado en años y eso que raro era el día en el que no recibía noticias tuyas.
Nos bebimos el cocktail sin darnos cuenta, hiciste un gesto al camarero y pediste otra ronda. “Para porque si no no voy a poder conducir a casa”, te comente. No te preocupes, como tú ya habías pagado la primera ronda y yo está estaríamos empate. Así que te tengo que invitar a cenar aquí para recompensarte por el buen trabajo que has hecho esta tarde”, me ordenaste. Como podía decirte que no???, me habías puesto esa carita que solo tú sabes ponerme y acepte encantada.»

Continuará…

La científica empedernida