Has nacido, y después de unos años, te identificas como MUJER. ¿Qué bonita la palabra verdad? Pues no es tan bonita como debería. Y sí, todos estos años que he estado viviendo en el mismo sitio y con las mismas personas no ha dolido tanto. Pero eso ahora ha cambiado: ahora soy feminista. Ya está, otra feminista. Pues sí otra. Y muches que nos faltan todavía.
Antes me daba vergüenza decir que era feminista, ¿qué pena verdad? Pero tenía mis motivos. Básicamente, estaba empezando a doler y no me gustaba esa sensación. Me dolía que me prejuzgasen antes de explicar mis argumentos. Y es normal. Pero ahora ya no. Ahora he aprendido que ser feminista no es motivo de prejuicio negativo en ninguno de los casos. Eso sí, desde mi punto de vista, hay que ser muy valiente para ser feminista.
Ser feminista significa que no puedes elegir lo que quieres. No puedes porqué hay cosas que no puedes controlar y o te enfrentas a ellas o te comen. Como con todos los movimientos sociales, cuesta mucho no ser hipócrita. Cuesta porqué a veces, tienes que ponerle una mordaza a tu pequeño corazoncito de adolescente enamorada.
Quiero explicar mi caso. Con 13 años empecé la que sería mi primera relación que duró dos años. Dos años de entre felicidad y sufrimiento porqué yo obviamente no lo veía ni tenía idea de lo que significaba el maltrato psicológico pero ahora sí que lo veo. Lo pasaba mal, salí de esa relación sin amigos ni hobbies propios y con una dependencia emocional que cuando conseguí salir de esa relación, envenenó la que tuve después. Tras estas dos relaciones y alguna que otra más llego a otra. Quiero mucho a mi pareja y, aunque yo no quería tener novio porqué estaba muy bien sola y había aprendido a quererme, ahora estamos juntos. Ya tengo 18 años y me veo capaz de tener una relación sana y próspera. Ah, pero no depende sólo de mí. Nunca depende solo de mí. Me encuentro con una maravillosa persona que me quiere como a nadie, y se le nota. ¿El problema? La sociedad en la que se ha criado. ¡Qué injusticia! De verdad, no sabéis la impotencia que se siente cuando tu pareja es celosa y ni siquiera él mismo entiende por qué. Bueno, en realidad seguro que la mayoría lo sabéis, por desgracia.
Y ya que os he explicado mi vida continúo. Eso, que duele. Ya van 19 años sobreviviendo en esta sociedad donde duele no poder escuchar una canción que te encanta porqué te has enterado de que el cantante es un abusador. Duele cortar con tu novio por motivos ajenos a ti. Duele entrar a una empresa y después de tragarte los mismos años de dedicación que un hombre, cobres menos. Duele que te miren mal cada vez que corriges a alguien que no usa lenguaje inclusivo. Duele traicionar a tus principios y ponerte la chaqueta al volver a casa por la noche, porqué a ver, no me la quiero poner y tengo derecho a ir como quiera, pero también quiero llegar a casa. Duelen muchas cosas, infinitas cosas. Me pasaría el día escribiendo y aún me dejaría alguna. Porqué duele.
¿Pero sabéis una cosa? Nadie ha roto un techo de cristal tan grande y no se ha cortado con sus pedazos. Además, las heridas sanan, pero el techo de cristal te acaba ahogando.