Hola!!
Ante todo dar las gracias y felicitar a las creadoras de esta web, por impulsar la belleza en todas sus formas, apoyarnos para liberarnos de nuestros complejos, y mostrar nuestro cuerpo tal cual es. Me ayudáis cada vez que os leo, mostráis que un mundo mejor puede ser posible rompiendo los cánones de belleza que esta sociedad nos impone, y lo cierto es que hace un tiempo que vengo notando cambios en las redes sociales e incluso en los medios, pero aún queda mucho camino por recorrer.
En fin, a lo que iba. Quisiera contar mi historia, para ver si les sirve a otras, se sienten identificadas conmigo, y al fin y al cabo, nos apoyamos entre todas.
Desde pequeña he sido gordita, ya en el colegio me llamaban gorda, pero bueno, la cuestión es que, unos meses antes de desarrollar, me puse a mi primera dieta (primera de tantas), yendo a un endocrino, y perdí unos 10 kg que sería lo que me sobraba en ese momento…
Me quedé muy bien, pero después volví a coger peso. Siempre he sido de las personas que, aparte de encantarle comer (parece un delito decirlo!), cuando se encuentra triste, todo lo paga con la comida. Es mi única válvula de escape cuando necesito llenar un “vacío” que siento dentro. Hay épocas y épocas, y con el paso de los años, he llegado a engordar 20 y 30 y hasta 40 kgs. Hace un par de años estuve en una clínica y perdí 30 kgs (que volví a ganar), he pensado en ponerme un balón gástrico (pero no tengo money), etc. Etc. Lo he intentado todo, pero claro, a las personas les cuesta desengancharse de su “droga” (¿por qué tan poca gente lo va así?)
Ahora deben sobrarme unos 30 kgs, uso una 44, pero bueno, el tema que quería comentar es los comentarios de los demás, sobre todo de la familia (la confianza da asco), lo dañinos e innecesarios que son. Actualmente comparto piso con mi novio desde hace unos meses, en otra ciudad lejos de la mía. Él y yo somos “felices” en nuestra gordura, aunque eso sí, queremos adelgazar, pero por nosotros mismos, por sentirnos mejor, y por vernos mejor. Pero por ahora no hay manera.
La cosa es que cuando llega el momento de visitar a mi familia, siempre hay miradas o comentarios, el último de mi padre: «¿Ahora no estás haciendo dieta no? Porque ahora viene el verano y…» ¿Y? Como si viene el invierno. ¿Qué pasa que si viene el veranito y estoy gorda tengo que estar encerrada en una bolsa de basura y que mi cuerpo no se pueda ver? O mi madre cuando alguien saca chocolate y ella va a esconderlo como si yo lo fuese a devorar. Pero claro, siempre se ocultan bajo el lema de “es por tu bien, ya no es por el físico, es por salud”. ¿Y me lo dices tú, que llevas fumando 40 años?
Yo le contesté a mi padre diciéndole…”Bueno, lo intentamos todos los lunes, pero ahora ya nos hemos puesto en serio”. ¿No os suena a disculpa? Y digo yo, ¿Por qué me tengo que disculpar? Pero, en estos casos, en los que yo al menos nunca me siento preparada para dar una buena respuesta, siempre acabo por ahí.
Otras ocasiones, cuando ya se han puesto algo pesados, he terminado enfadándome, porque claro, es que parece que no hay otro tema de conversación que ese, yo que no me meto con nadie, ni con sus vicios, ni con lo que le gusta, que cada cual haga lo que quiera, pues tienen que darle por mí. Me enfadado, y entonces te dicen lo típico de “Es que no se te puede decir nada, te enfadas por todo.”.
Y me imagino que tod@s sabréis cómo se siente uno y la influencia que tienen los comentarios cuando su padre/madre, las personas que más queremos, nos dicen algo. Al final acabamos con una inseguridad y una autoestima de m.
Y he llegado a la conclusión de la pena que me da que estemos creando una sociedad basada en la estética, la apariencia y el postureo, tan solo impulsamos valores físicos, nos dicen desde pequeños que para que una mujer sea bella, tiene que ser alta, delgada, vestir bien e ir maquillada y con tacones. Que esas son las personas con éxito, que consiguen lo que quieren, y que son felices. Y si eso lo mamamos desde pequeños, el nivel de autoexigencia es muy alto, más bien, inalcanzable, porque sentiremos que nunca somos aptas, que nos falta algo. Porque nunca vamos a ser perfectas, la perfección no existe. Siempre nos va a sobrar un michelin, tendremos una parte mas gorda que otra, tendremos los dedos de los pies feos, manchas en la piel, algún lunar más grande de lo que debiera… Nunca vamos a ser perfectos.
Sin embargo, siempre tenemos que estar dando explicaciones y disculpándonos por no estar delgadas o no estar a dieta, nos hacen sentir un fracaso o que si lo intentamos va a volver a ser en balde, porque lo hemos intentado tantas veces y hemos vuelto a lo mismo…
Yo he llegado a odiarme a mí misma, por no poder ser más guapa, por no estar delgada, o por no tener el pelo largo. Por no ser lo estéticamente perfecto. De hecho, incluso estando más delgada, siempre he querido más, y nunca he estado contenta, porque “tenía mucho muslo” , “los brazos gordos”,… etc.
¿Por qué no nos dejáis esta en paz con nosotras mismas que ya tenemos bastante? Dejadnos vivir, que no nos metemos con vuestras imperfecciones. No nos inculquéis más la idea de que tenemos que ser perfectos, que esa prima que está gorda, qué pena, con lo guapita que es de cara. ¡y es guapa estando gorda! ¡y desmaquillada! ¡y vestida con un chándal!
Acaso no puede existir la belleza en la naturalidad? Ser feliz con uno mismo? Si a uno le hace feliz comer, que coma, si a uno le hace feliz estar más gordo.. ¿Voy con un cartel por la calle en el que pido continuamente la opinión sobre mi físico?
Me da rabia, porque en épocas mejores me he sorprendido a mí misma con pensamientos como “qué gorda está esa”, y me da rabia, porque no me gusta pensar así, e intento evitar ese tipo de pensamientos, pero es algo que te surge solo al haber recibido esa educación, aunque tú pienses ahora distinto.
Uno tiene que estar contento consigo mismo, y pienso, que esa es la lección que tenemos que enseñar a nuestros hijos, a aceptarse a sí mismos, tal y como son, con sus defectos y sus virtudes, y a valorarse como personas y no tanto el envoltorio que nos recubre, porque ya está bien de inculcar la sociedad perfecta de película o revista que no existe.
Cuento esto porque me da rabia que cuando voy a visitar a mis padres siempre sea la misma historia, no poder disfrutar con ellos, y que todo mi paso esté marcado por lo gorda que estoy o dejo de estar. Todo esto provoca que vaya a verlos con desgana, y que cada vez vaya en menos ocasiones, porque, claro, para que me digan lo que ya se y me sienta siempre a juicio…siempre hay tiempo.
Gracias!!!