A mí el estar gorda si me trae problemas, que no solo tienen que ver con la ropa, sino más bien
con el tema autoestima. Nunca los he compartido, pero supongo (y solo supongo) que no seré
única que los ha pasado.
Tengo 24 años, peso 105 kg y mido 1,60 cm (eso si no que lo había dicho nunca). Tengo que
perder peso, y no solo para verme mejor, en este caso es por salud. Pero bueno, esos 105 kg me
traen ciertos problemas ligados a la autoestima o siendo sinceros también ligados al tamaño (a
lo ancho). Siempre los he tenido, pero nunca me dio por contarlos ni hablarlos con nadie; y así
es como empieza esta historia después de un fin de semana en Boden (norte de Suecia).
Jamás me gustó montarme en moto, aún menos siendo en ‘’paquete’’. Yo siento que peso
demasiado para que la moto vaya a una velocidad normal. Nunca me habían dicho ‘’oye estas
muy gorda para la moto’’, pero no hacía falta, pero ya me lo decía y digo yo misma. Tampoco se
lo he dicho a nadie, pero cuando me tengo que montar en una moto aprieto el culo, como si
así fuese a pesar menos. Pues imaginaos en una moto de nieve… una experiencia para
disfrutarla a tope y no me permití hacerlo, solo me preocupé por si el conductor se daría cuenta
que la moto se estaba esforzando demasiado.
Al principio nos llevaron a mi novio y a mí en un carrito tirado por una moto y ahí yo ya lo pasé
mal cuando en una cuesta nos quedamos atascados en la nieve, obviamente por el peso que
llevábamos, pero lo peor fue tener que subir una montaña con una gran pendiente ya montados
en las motos. A mí me llevo un chico de mi edad y super guapo (eso aumentó la presión) y al
final ‘’todo salió bien’’ o eso creía yo, hasta que al bajar la montaña le pregunté ‘’¿Quieres que
me vaya al carrito o me quedo contigo en la moto?’’su respuesta fue lo peor ‘’si, si… mejor vete
el carrito así la moto me tira más…’’ Me moría de vergüenza, pero aun así sonreí y muy digna
me subí al carrito. A todo eso añadimos que mi super outfit de nieve era un cuadro, ya que me
las tuve que aviar con un pantalón de chubasquero de mi chico de los años 80, que ni si quiere
era para la nieve porque nadie me podía dejar ropa por mi talla.
Ese fin de semana descubrí que la nieve es bonita pero que intentar practicar algún deporte en
ella suponía sentirme gorda, incapaz y cabreada conmigo misma. Tan solo utilizar un trineo
pequeño hizo que acabara ‘’despatarrada’’ por la nieve rodeada de niños (ya que ni siquiera
me atreví a usar la pista de adultos). ¿Cómo es posible que todos pudiesen caminar por la nieve
sin problemas, menos yo que me hundía hasta la cadera?
Mi novio se lo pasó como un niño pequeño, que empezó a darse cuenta de mi cara, claro que ya
era el día de irnos. A día de hoy no he querido explicarle lo que hoy os explico a vosotros… ¡que
desastre de fin de semana!