Estoy llegando al límite. El día a día con niños y trabajo dentro y fuera de casa es agotador, pero si le sumamos los ruidos que mis vecinos de encima hacen día y noche, se convierte en una vida de terror.
No hay descanso. Me genera ansiedad el camino a casa. Suelo buscar recados qué hacer para ganar tiempo fuera de ella. Aunque esté súper cansada, soy capaz de meterme en un centro comercial con los niños a cuestas, por perder media hora más y no tener que sufrir el tormento de ruidos que hay en mi casa.
Los fines de semana intento tener siempre planes preparados. Bien temprano comienzan los golpes y las voces y es imposible planear sentarse tranquilo a ver una película o echarse una siesta.
Mi vecina siempre está discutiendo, enfadada con su familia y todo son malas palabras, voces, golpes, arrastre de muebles… Además les anima a jugar por casa como si estuvieran en el parque, carreras, balones y mil artilugios más que meten ruido.
Prácticamente no sale de casa, por lo que los momentos en calma, son muy pocos.
Vivo con dolor de estómago constante de los nervios que me produce, he perdido el apetito y bajado bastante de peso y soy un mar de lágrimas al final del día, porque el cansancio que arrastro es brutal, estoy demacrada y en mi casa no soy capaz a dormir como quisiera.
Mis hijos hay días que se duermen tarde por culpa del jaleo que viene del piso de arriba que no les deja conciliar el sueño.
Ya se ha dado aviso a la comunidad, la policía ya ha venido dos veces y les han amonestado, y se comportan incluso peor, dado que les ha sentado mal nuestras quejas.
No podemos mudarnos, es inviable económicamente y por situación.
No sé hasta qué punto llegará todo esto, pero veo que están acabando con mi vida y la de mi familia.
Han destrozado ese lugar que para nosotros era un hogar.