Trabajar día a día junto a una persona tóxica

 

Se alimenta de la energía de los demás. Es tan tóxica, que me estoy planteando dejar mi trabajo de 10 años solo por no seguir aguantándola. Mi compañera de trabajo es la persona más complicada que me he encontrado nunca. Saca bien su faena, pero entre quejas. Todo el día, a cualquier hora, tenga lo que tenga que hacer. 

Antes de empezar, te la contextualizo: vive sola, en una ciudad que no es la suya, nunca se le ha conocido pareja y no tiene relación con su familia. Ha cambiado de compañera de piso tantas veces que, al final, ha decidido irse a vivir sola. Tampoco tiene animales porque los “odia”, según sus propias palabras. Posee pocas amigas y son muy cambiantes, ya que quema las relaciones y pasa del amor al odio en una semana. Usa las redes sociales de escaparate, donde todo es perfecto: he llegado a pasarme un día entero con ella, entre quejas y llantos, y cuando entro a Instagram la veo  cantando con el lápiz de su escritorio. 

Durante esta década he intentado ponerme en sus zapatos, empatizar con su realidad -que no me parece nada fácil- y me he volcado en ayudarla todo lo posible, pero cada día es más difícil permanecer a su lado sin que me afecte a mi salud mental. 

Nos espía y lo airea

Aunque no sea su turno de trabajo, ella está ahí observando todo lo que hacemos y cómo lo hacemos. Es lo más parecido a trabajar con una pistola en la nuca. Te cronometra el tiempo que estás en el baño y escala a nuestros superiores los gazapos de algún documento que está aún sin corregir. Una vez, otra compañera usó el ordenador de la empresa para entrar en Amazon a pillar una oferta de Black Friday: se enteró hasta el portero del edificio. Su indignación fue tal que, de restregárselo por el culo al jefe, se llegó a “prescindir” de la chica. 

Espera tu fallo para recordarte lo mediocre que eres, lo mal que curras, y para evidenciarle al jefe que la empresa se hundiría de no estar ella. 

Le molesta que tengas tiempo libre (¡u otra responsabilidad!)

Nuestro trabajo es de lunes a domingo, por lo que vamos rotando. Somos un equipo de 8/9 personas, muy engranado y responsable. Siempre nos escuchamos y buscamos cuadrar de la manera más óptima para que no se “puteen” los mismos. Si un domingo tienes un cumpleaños y pides entrar de tardes para que te dé tiempo de ir, la bronca está asegurada. Soy madre y es imposible conciliar con ella cerca. No le menciones una revisión médica o una reunión en el colegio porque no lo va a entender y te volverá a insistir en lo mala empleada que eres por no priorizar tu trabajo.  

En ocasiones, como ella no suele tener plan, se ofrece a doblar turno. Nadie la obliga, siempre hay alternativas, pero se empeña en trabajar con la excusa de que “necesita el dinero”. Pues bien, prepárate para aguantarla toda la semana insistiendo en el sacrificio que hizo por el equipo y lo imprescindible que es ella. 

Entre celos y amenazas

Como un día otra compañera te pida ayuda para sacar sus tareas porque se ha retrasado, la has liado. Te considera una traidora. Te jura que jamás de los jamases volverá a echarte un cable cuando tú lo necesites. 

Además, en época de vacaciones o durante los fines de semana, si el jefe no está y le otorga poder, se convierte en una tirana. Juega con tus horas de trabajo y, por lo tanto, con los ingresos de tu familia. Ella tiene apuntadas las veces que le has “fallado”, ya sea por esa revisión médica de la que hablábamos o por el 60 cumpleaños de tu padre; así, aunque tengas disponibilidad y ganas de trabajar, “te castiga” y te deja en la estacada. ¿Qué hace ella? Dobla, incluso triplica horas de trabajo por no delegar; y, por supuesto, para colgarse la medalla. “Si no fuera por mí”, repite. 

Soy la única superviviente

Entre los que se van y los que han echado por su intercesión, soy la única que lleva con ella codo a codo todos estos años. Y estoy pensando en dejarlo y largarme. He hablado con ella muchísimas veces, no es algo que sienta y padezca a sus espaldas. Cuando le confío lo que pienso, suele dejar de hablarme un tiempo, me vigila y me critica más, y la tensión en la oficina es aún peor. 

No puedo más. 

 

Anónimo