Estoy felizmente casada con una persona que no confunde la ingle con el clítoris. ¿Sabéis ese vídeo que corre por las redes de un gato bebiendo aire y a 2 centímetros de él, el chorrito de agua fresca?… No seáis mentirosas… todas nos hemos reído recordando alguna situación donde esa lengua estaba muy lejos de ser placentera… Resumiendo, que no necesito cogerle de las orejas para que encuentre el caminito amarillo directo a Oz. 

Se podría decir que soy una mujer bien follada y muy bien masturbada. ¿Por qué si los hombres hablan de sus pajas es “algo normalizado”, pero cuando las mujeres decimos abiertamente que nos masturbamos se nos mira de reojo? Queridas… vine a romper moldes y a estrujar los cerebros de aquellas personas que no habían pensado más de la cuenta. 

Hace muchos años que utilizo complementos, juguetes sexuales, llamarlo como más os guste. Para jugar en pareja, pero sobre todo para jugar conmigo misma. Después de un caótico día en el trabajo, intentando no ahogarse con la logística de hijos y hogar, cenas, bla bla bla… Decirme si no es maravilloso meterse en la ducha con alguno de los juguetitos y darnos unos mismos que acaben en un gemido de “a tomar por culo todo” … Esa flojera y esa sonrisa que te reinicia. ¡Y si después rematas la faena siendo el postre de la cena, ya lo petas por completo!

Como cada año, en casa no solo nuestros hijos hacen la carta a los Reyes Majos… Aquí papá y mamá también somos buenos y nos merecemos nuestros regalos. 

Este año tenía claro que, en mi caja del placer, debía haber 3 incorporaciones nuevas:

  • 1 vibrador doble. (Punto G y Clítoris)
  • 1 vibrador doble penetración. (Para que mi punto G lo flipe y que lo flipe él también cada vez que me empotre contra el cabezal).
  • 1 vibrador bala con mando a distancia. (Es tremendamente divertido tener ganas de correrte mientras paseas por la calle y dar permiso para que sea otra persona quien tenga el control).

Mi marido fue el responsable de ejecutar el estudio profundo para realizar el “reclutamiento y selección” de las nuevas adquisiciones (lo que viene siendo un, “- Cariño, pásame el enlace de lo que has pedido para reyes y así lo encargo”). 

 

Bien, llegó la llamada de mi querida abuela para cotillear que traerían los Reyes Majos ese año. Si algo no tengo con mi abuela es vergüenza, y si ella no tiene algo conmigo, son pelos en la lengua. 

  • Nena! A ver, ¿qué has pedido para reyes?

Le expliqué con todo detalle para qué servían cada uno de los vibradores que había pedido, colores, intensidades, cuánto te podías morir del gusto… Y ella escuchaba y preguntaba atentamente. Cuando mis instrucciones de uso fueron más extensas que las que podemos encontrar en ese librito que viene junto al juguete, ella se quedó en silencio y segundos después me dijo:

  • Nena, yo que creo que he vuelto a la virginidad, así que quiero un vibrador de esos pequeñitos y con mando. Para la calle no, pero oye, para ir desvirgándome y llevarme un gusto… Pídeme uno a mí y otro a tu tía, que creo que necesita mandanga también. 

 

Que esa bendita mujer sea eterna… y si no lo es, que sus recuerdos vivan eternamente.

Carpatho’s Queen