Si ahora mismo está leyendo esto alguien que trabaje de cara al público (camareros, dependientes, comerciales…) está claro que me dareis la razón cuando digo que debería ser absolutamente necesario para todos estos trabajadores tener un curso básico de «Cómo lidiar con los clientes estúpidos«, ya que deberían darnos premios por aguantarlos. Y es que, todavía recuerdo cuando trabajaba como camarera y odiaba todos mis días, hasta que me di cuenta de cómo joder a una estúpida de forma fácil y sencilla evitando una demanda.

Cualquiera que trabaje en hostelería sabrá cuán poco agradecidos y gilipollas son los clientes a veces. Y es que tengo la teoría de que creo que todos hemos sido así alguna vez pero no nos hemos percatado hasta que no hemos comenzado a trabajar de cara al cliente, es decir, en el otro lado. De hecho, cuando salgo a la calle y veo a muchas promotoras intentando darme un flyer, ahora lo cojo y digo “gracias”, aunque no me interese una mierda o lo vaya a tirar en la próxima papelera que vea. Porque he trabajado donde está ella y sé lo que es que no te echen ni puta cuenta.

Pero es en hostelería sobre todo donde más te encuentras a clientes malhumorados por tonterías. Al principio, como decía, era un fastidio pero con el tiempo, empiezas hasta a cogerle el gusto la verdad, e incluso te diviertes con ese tipo de gilipollas. De hecho, es super divertido ver a tu compañero como finge una sonrisa, se dirige a la cocina, maldice todo lo que pueda y, por último, regresa a la mesa del cliente con su personalidad encantadora y recoge un Óscar por su gran actuación. ¡BRAVO! Y es que se necesita mucha paciencia y cordura para poder responder a un cliente con sumo cuidado para evitar demandas o que te despidan.

En mi caso, descubrí cómo joder a una estúpida de forma sencilla, no es gran cosa, pero quería joder a una clienta que me estaba tratando de forma condescendiente, muy grosera y nada educada, como si estuviera por encima mía.

Fue un día de mucho trabajo, estaba realmente cansada pero aun así intentaba seguir siempre sonriente y feliz por los clientes simpáticos, ya que ellos vienen a disfrutar y no tienen culpa de que existan gilipollas por el mundo. Pero llegaron las 22:30 y vino una clienta de lo más estúpida. No paraba de decir que no le gustaba el sitio, que era un asco, que no había nada que le gustase y que los camareros no parecíamos profesionales (OIGA SEÑORA, PARA QUÉ COÑO VIENE???) Además, se acaba de sentar, no le había dado tiempo a juzgar a nadie…

En fin, por supuesto, de la carta se pidió algo inventado, ya que quería que le quitásemos esto de aquí, le añadiesen esto de allá y no le cobrásemos lo otro… Algo que en alguna que otra ocasión también lo hemos hecho todos, pero no de las formas con las que lo hacía ella.

Al final de la noche, por fin se iba a marchar y no paraba de decirle a su amiga que no pensaba “dejar propina ni muerta” porque la camarera no le había gustado (osease yo, algo que no entendía porque no paraba de tenerle paciencia y sonreírle a su putísima madre). Así que antes de que se fuera, fui a la cocina, me unté la mano bien de mantequilla y me dirigí a la señora para despedirme. Le puse la mano en el abrigo (el cual se veía caro), la froté bien contra él como “ayudándole a ponérselo” y me despedí. Nunca podrá demostrar nada y se llevará una sorpresa cuando lo vea. Algunos lo llamarán “karma”, yo lo llamo “venganza”.