El acné es una de esas enfermedades (sí, es una enfermedad) que nos roban la autoestima y nos quitan el sueño (y el dinero).

Además, ha sido el dolor de cabeza de alrededor del 80% de la población mundial. Así que no eres un bicho raro, porque 8 de cada 10 personas ha tenido o tendrá acné.

Claro, que mucha gente tenga acné no te quita las ganas de pertenecer al 20% que nunca lo ha tenido. Sobre todo, si ese acné pasa en la edad adulta.

Es verdad que la pubertad es el momento donde más incidencia de acné hay por los cambios hormonales propios de esta etapa, pero si tienes la sensación de que tu piel se quedó en la adolescencia mientras que la de tus amigas se “desacneizó” mágicamente por acción de la edad, entonces puede ser que tu acné se haya cronificado.

El otro caso menos frecuente, pero igual de frustrante, es cuando el acné sale por primera vez después de los 20 o 25 años. Tu piel, que era la envidia de muchas en la adolescencia, ahora te está jugando una mala pasada: “y yo que creía que eso ya no me iba a pasar”. Esto suele suceder en ocasiones después de dejar la píldora.

¿Qué causa el acné en la edad adulta?

El acné es una enfermedad inflamatoria de la unidad folicular y la glándula sebácea y está causado principalmente por:

  1. Hipersecreción de la glándula sebácea
  2. Hiperqueratinización
  3. Colonización bacteriana (propionibacterium acnes)
  4. Respuesta inflamatoria variable.

Bueno, parece que te he dicho mucho pero no te he dicho nada, así que al grano: la gran mayoría del acné adulto es hormonal, ya que las hormonas influyen directa o indirectamente en los 4 puntos anteriores. Además, la piel es un órgano endocrino regulado por hormonas, que también tiene la capacidad de producirlas.

¿Qué hormonas influyen en el acné?

Las principales son los andrógenos, la insulina, el factor de crecimiento insulínico (IGF-1) y el cortisol.

Los andrógenos estimulan las glándulas sebáceas, aumentan la producción de sebo (punto 1) y favorecen la adhesión de los queratinocitos produciendo lo que llamamos hiperqueratinización (punto 2). Esto también crea un ambiente idóneo para que se propague la bacteria propionibacterium acnés (punto 3).

Dato curioso: durante la adolescencia, la fase premenstrual, la perimenopausia, el embarazo y la lactancia, los andrógenos están naturalmente más elevados o somos más sensibles a ellos.

La insulina y el factor de crecimiento insulínico (IGF-1): ambas hormonas tienen funciones sobre el crecimiento de los tejidos, incluyendo la unidad pilo-sebácea, promueven el estrés oxidativo y la inflamación (punto 4), además de aumentar la producción de andrógenos.

El cortisol es una hormona implicada en el estrés, y en algunas enfermedades endocrinas, los niveles altos y mantenidos de esta hormona pueden relacionarse con el acné.

¿Cuándo sospechar de acné hormonal?

  • Cuando sale por primera vez después de los 20-25 años.
  • Si salió en la adolescencia, pero persiste o empeora en la adultez.
  • Cuando persiste o aparece de nuevo tras un tratamiento completo con Isotretinoina (Roacutan).
  • Cuando sale después de dejar la píldora u otros anticonceptivos hormonales.
  • Si se encuentra en la barbilla, mandíbula y en general en el tercio inferior de la cara o espalda.
  • Si tienes otros síntomas de hiperandrogenismo como alopecia androgénica o hirsutismo (exceso de vello en zonas típicamente masculinas).

Consultamos a las especialistas de Kiara que tienen un curso dedicado a entender y tratar el acné hormonal y esto fue lo que nos dijeron:

“Una de las dificultades más grandes que se encuentran las chicas a la hora de tratar el acné en la edad adulta es que a veces no hay signos de hiperandrogenismo ni de resistencia a la insulina en las analíticas, por lo que la respuesta del personal médico es ‘todo, está bien…’ pero el acné sigue ahí, así que no puede ser que todo esté bien.

Esto se explica porque muchas veces, aunque no hay un exceso de andrógenos en sangre, puede haber hipersensibilidad a los andrógenos. También puede ser que los andrógenos se estén produciendo de forma local en otras partes y que haya exceso, aunque no se identifique en sangre.”

También es importante recordar que el acné puede ser un síntoma de Síndrome de Ovario Poliquísticos (SOP), en cual caso se tiene que tratar este SOP como la causa de raíz.

¿Por qué es tan difícil de tratar el acné y cómo tratarlo?

El acné es una enfermedad multifactorial, es decir, hay muchos factores que influyen en él. Puede ser que tengas exceso de andrógenos y cortisol o puede ser que tengas influencia genética e hipersensibilidad a los andrógenos, o que tu microbiota esté desbalanceada, etc.

Por eso, la mayoría de las veces, un solo tratamiento con cremas o con algún medicamento solo mejora el acné temporalmente, pero no lo cura de verdad.

Cada vez más se estudian 2 posibles causas de acné de las que todavía no hemos hablado: el exposoma y la microbiota.

El exposoma es el ambiente al que estamos expuestas desde nuestro nacimiento hasta nuestra muerte. O sea, la alimentación, los tóxicos ambientales, la rutina, el estrés y todo lo que nos influencia de forma externa.

La microbiota seguro que la has escuchado: son todos los microorganismos que conviven con nosotras en nuestro cuerpo.

Tu exposoma puede afectar a tus hormonas y a tu microbiota. Unas hormonas y una microbiota (tanto intestinal como cutánea) desbalanceadas pueden causar acné o dificultar su tratamiento.

La buena noticia es que tanto el exposoma como la microbiota son modificables con los cambios adecuados en la alimentación y el estilo de vida .

El tratamiento más efectivo para el acné va a ser siempre el que cubra más puntos y ataque la mayor cantidad de causas posible.

En casos severos puede ser necesario un tratamiento médico inicial, pero lo mejor es combinar:

  1. Medicamento (si es necesario).
  2. Cosméticos adecuados (incluido el maquillaje) y rutina de cuidado de la piel.
  3. Alimentación.
  4. Estilo de vida y gestión de estrés (acuérdate de que una de las hormonas clave es el cortisol).

Si necesitas ayuda, no dudes en contactar a las especialistas de Kiara y recuerda que, aunque somos muy fans de normalizar la diversidad de todo tipo de pieles y de cuerpos, el acné sigue siendo una enfermedad que merece la pena investigar.