A estas alturas ya estaréis todos informados de la noticia, y es que Bandai ha decidido lanzar, veinte años después, una réplica exacta del antiguo Tamagotchi. Y claro, eso no nos puede dejar más locas.

La adictiva mascota virtual (que en su momento fue prohibida en algunas escuelas) ha vuelto. Unos cuantos píxeles amorfos que cagan y se mueren y ¡pum! ahí tienes el mejor juego de la generación de los 90.

 

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Muchos de nosotros ni siquiera tuvimos el original, tan sólo pudimos aspirar a las copias baratas que vendían en el «todo-a-100» (para la generación Z: el actual chino pero con dependientes españoles)

Pero sea como fuere era la hostia. El mejor momento del día era cuando tenías que darle de comer y recogerle la caquita. Es la única vez que he visto a algo bailar junto a su propia mierda.

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Todo comenzaba con un huevo que a los pocos segundos eclosionaba y daba lugar a una cosa saltarina con ojos. Tu mascota había nacido y tenía hambre. En ese momento empezaba a sonar un pitido de calculadora ochentera.

Con tan solo tres botones, tenías que ser capaz de darle de comer, recogerle las cacas y cuidarle, todo para que fuera feliz y fuera evolucionando. Y según como lo cuidaras, así evolucionaba el bicho ( si no se te moría antes).

Te pasabas horas esperando a que el bichito tuviera una nueva necesidad que satisfacer, y si no, lo hinchabas a comer, que total, la comida era gratis. Lo malo es que después se ponía enfermo y había que cuidarlo, y a veces, hasta te alegrabas porque era una nueva oportunidad de jugar con él.

Yo tenía uno que cambiaba de bichito. Pasaba de ser un gatito a ser una mariposa (Fuck you evolution). Y claro, aquello despertaba mi vena asesina. Si no me gustaba uno, lo dejaba morir y pasaba al siguiente. Era lo que ahora conocemos por «quitarle las escaleras de la piscina al sim que te cae mal».

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Pero tengo una buena noticia: si fuiste una pésima madre como yo y dejaste morir a tu pequeño bicho olvidado en un cajón rodeado de su propia caca, ahora podrás enmendar el error que no te deja dormir. Eso sí, las segundas oportunidades se pagan caras, concretamente a 85 euros en Amazon.