En la vida damos tantas cosas por hecho…

Asumimos que mañana nuestra vida seguirá igual; que podremos volver a comernos el plato de lentejas de nuestra madre; que volveremos a quejarnos de nuestro trabajo; que las personas que tenemos en nuestra vida seguirán en ella.

Estás tan acostumbrado a tenerla, que cuando se va no sueles extrañarla. A veces ni te das cuenta de que se ha ido porque siempre vuelve, y siempre está ahí de un modo u otro.

Pero llegará un día en que se irá, sin decir adiós, sin una gran salida, porque será muy difícil para ella hacerlo, renunciar a ti.

Será muy difícil para ella alejarse y no mirar atrás, anteponerse por una vez. Aceptar que nunca corresponderás en la misma medida, por más que lo desee y merezca.

Porque cuando se trata de que nos quieran como nos gustaría, no siempre “querer es poder”.

Ella siempre estaba cerca, prestándote toda la atención que tal vez no merecías.
Tanta… Tan mal acostumbrado te tenía, que la dabas por sentada.
Incluso ahora, que ya no está, piensas que será siempre alguien a quien escoger a tu antojo.
De lo que aún no te has dado cuenta, es de que ya tomó la decisión de irse, y no hay vuelta atrás.

Se rompió su corazón al hacerlo, pero no tuvo otra opción.
Si no apreciaste su presencia, valora ahora sin más su ausencia. Sé lo generoso que no fuiste entonces.

Y la extrañarás…

Cuando menos te lo esperes lo harás.

La descubrirás feliz un día, y posiblemente acaparada por la atención de otra persona, otra que no la dé por hecho, otra que la valore como se merece.

Y te sorprenderá lo grande que puede llegar a ser su sonrisa;
lo melódica que puede llegar a ser su risa;
lo relajada que se muestra al querer sin prisa.

Y verás lo bonita que es cuando está feliz. Cuando alguien hace algo más que decepcionarla.

Porque tú nunca quisiste ver lo rota que estaba por intentar un imposible. Los sueños que no tenía en noches de insomnio, y los sueños que no tenía en días de abnegación.

Ahora todo lo que sabes de ella es lo que te permite ver en su Instagram. Pero tú sabes que ella es mucho más que el atardecer en la playa de su “feed”, que el café con tostadas de su “story”, y que la copa de vino de los viernes del “boomerang” con sus amigas.

Y te dolerá darte cuenta de eso. De que ya no estás en ningún sitio. De que da igual lo que ella sea, porque ya no lo sabrás. Porque en su vida tú, simplemente, ya no estás.

Y la extrañarás…

Echarás de menos incluso cosas que jamás pensaste; la forma en que se hacía un moño cuando se agobiaba; su mirada perdida por las mañanas hasta que se tomaba su primer café; cómo se le cerraban los ojos a los 10 minutos de empezar a ver una película; sus pies descalzos durante todo el año aunque fuera diciembre y llevara un jersey polar.

Extrañarás que alguien se interese por conocer tu pasado para entender tu presente. Extrañarás a alguien que habría ido a los confines de la tierra por ti.

Y sonará una canción que te congelará el alma mientras tu mente viaja inevitablemente al momento en que ella la cantaba cambiándole la letra, haciéndola vuestra, y desafinando cada nota, haciéndola suya.

Y te odiarás por darte cuenta demasiado tarde de que realmente te importa. Quizás siempre lo hizo, pero a veces no basta solo con querer, hay que mantener.

Es lo que pasa con las chicas como ella. Entran en tu vida, lo dan todo sin pedir nada a cambio, y te marcan para siempre sin que te des cuenta, antes de volar.

Se irá, y te dejará el corazón lleno de recuerdos y la cabeza llena de lecciones.
Se irá, y te habrá enseñado a no dar por hecho. A valorar lo que tienes, antes de perderlo.

Marta Freire @martafreirescribe