Una de esas tardes lluviosas en las que mando en mano, indagaba qué ver en Amazon, me encontré con la sorpresa de una serie que desde mi adolescencia no había vuelto a ver. Moda, oscuridad, magia, estacas, amistad, amor y sobre todo… vampiros.

Antes del boom de Crepúsculo o crónicas vampíricas, una inadaptada adolescente que, empieza un nuevo curso y nueva vida en Sunnydale.  Preocupada como cualquier chica a su edad, de la moda, los chicos y sus amigos; Buffy, guardaba un secreto: era una cazadora de vampiros.

Han pasado más de 20 años pero esta gran serie no me deja indiferente. Tiene un gran potencial feminista, donde sus protagonistas son fuertes, independientes y lanzan un mensaje claro: Las mujeres podemos con lo que nos echen.   Lloramos, reímos y nos enfadamos con ellos como si hubiésemos sido uno más del instituto. Aprendimos grandes lecciones con ellos y hay miles de razones para que te dejes llevar al lado oscuro.

Además, del caos que supone ser adolescente, no echamos de menos las historias de amor para todos los gustos: ese gran imposible, el no correspondido e incluso lésbico; las buenas y malas amistades, los problemas del instituto, las riñas familiares, seres mitológicos…

Sin querer entrar en detalles, para no estropear la serie a quienes aún no la han visto, os puedo asegurar que es una serie que a mis 32 años sigo disfrutando de la trama adolescente, de los vampiros, del humor, de las peleas, de las historias que nunca imaginarías y de volver por unos minutos a esa etapa donde parece que el tiempo se para.

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