¿A quién no se le ha llenado la boca diciendo “yo jamás perdonaría una infidelidad”?

Porque claramente todos somos personas super íntegras que no cometen errores, y si te ponen los cuernos será que no te quieren ni te respetan.

¿Seguro?

No.

No siempre es así.

Como en todas las situaciones que cada persona puede vivir, éstas dependen de un millón de factores.

¿O acaso solo existe el bien y el mal?
No, entre ambos hay infinidad de opciones.
Toooda una escala de grises entre el blanco y el negro en donde podemos movernos.

Desde luego hay un millón de cosas peores que que te pongan los cuernos. Hay faltas de respeto mucho mayores que no implican a una tercera persona, solo entre los dos que componen la pareja pueden generarse situaciones que son mucho peores que superar una infidelidad.

Tras una infidelidad puedes abrir los ojos para bien o para mal.
Tal vez te des cuenta de que esa persona no te importa tanto como creías, o tal vez te haga ser consciente de cuánto la quieres y que debes luchar por ella.

Se puede perdonar una infidelidad, tomarla como un bache en el camino, como algo que os hará aprender, y salir reforzados de esa situación y acabar juntos para siempre.

Se puede perdonar una infidelidad, tomarla como un bache en el camino, como algo que intentar superar juntos y no ser capaces de recuperar la confianza. Pero el intento habrá valido la pena.

Se puede NO perdonar una infidelidad porque no eres capaz de dejar de recordarla y tampoco pasa nada.

Lo que está claro es que en cuestiones de amor no hay una verdad absoluta en absolutamente nada.

Ni el infiel es la peor persona del mundo, ni el fiel la mejor.

Ni el infiel es siempre una víctima que necesita la búsqueda de amor fuera de casa porque no se lo dan en ella, ni el fiel siempre es una persona que descuida a su pareja y causa que esto sea así.

Ni el infiel lo será siempre.

Ni el fiel lo será siempre.

Al final de cuentas, no debemos nunca escupir para arriba. Ni creer que actuaríamos de determinada manera, en determinada situación que no hemos vivido porque una vez que esta llegue (si lo hace) tal vez entendamos que no se puede prejuzgar ni juzgar hasta que lo vives en tu propia piel y con tus propios zapatos.

 

Anónimo

 

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