Antes de que Pedro Pascal (el papi de internet) existiera, yo era una mujer muy distinta.

No sé si vosotras fuisteis como yo, unas niñatas que con aún 20 años juraba y perjuraba que jamás me pondrían los «señores mayores».

Yo me asustaba cuando mi madre decía «Ois pero mira que guapo» viendo a Richard Gere o a Marlon Brando. Y voy a ser aún más sincera, aún con 30 años yo era de las que se reía y pensaba: «Que falta de criterio que tienen las señoras, ¿Cómo puede ser que le guste un hombre de 50 años?» . Es más, en estos últimos años, cuando mis amigas babeaban viendo a Brad Pitt, yo les decía entre risas «Que bajo tienes el listón cuando mojas braga con un señor de 60 años»

Y pensaréis: ¿Acaso has estado tú con algun señor más guapo y más pivón que Brad Pitt? ¡Pues no, claro que no, en mi puta vida! Pero su edad era ya un condicionante VITAL para mí. Y esto os lo cuento como si tuviera yo, alguna remota oportunidad en este universo, de rechazar a Brad Pitt ¿sabes?.

Que luego yo pienso en esto y me digo: menuda farsante estás hecha María. Sabes que si se te acerca Brad Pitt con 80 años, sería el hombre más guapo al que has olido en tu existencia. Pero bueno, hablemos desde la percepción subjetiva y desde ese rincón remoto del planeta en el que mujeres mortales podemos elegir entre Brad Pitt o Gerard Butler.

El caso, que yo era de las que utilizaba cualquier tipo de adjetivo que rimara con «pellejo» para referirme a todas estas antiguas glorias que algún día fueron los mitos y sueños húmedos de chicas de 15 años. Hasta que conocí al papi de internet: Pedro Pascal.

Todo empezó con Juego de Tronos, cuando le vi protagonizando ese personaje tan carismático que no perdía oportunidad alguna para escaparse a la casa del placer.

Y es que chicas, yo no sé que es lo que me pasa cuando veo a un hombre con un Kilt, una túnica o derivados, quizás sea la intriga de pensar «¿Qué habrá debajo?». Quizás me ponga que los hombres no sientan su masculinidad amenazada por una prenda asociada al género femenino o quizás simplemente me guste la estética.

Lo que si sé, es que si llamo a mi satisfyer «Oberyn Martell» tengo razones de peso para hacerlo.

No me voy a engañar, después de conocer a Oberyn, Pedro Pascal se ha ido metiendo más y más en mi mente (y en mis bragas). Desde Narcos hasta The Last of Us e incluso en The Mandalorian. Yo ya no puedo parar a pensar en lo cerca que está Pedro Pascal de los 50, porque cada vez que le veo en Tik Tok, en Instagram o donde sea, me sale una risa de pava adolescente lerda que no es ni medio normal.

Está claro que vivimos luchando contra la sexualización de la mujer y no está bonito sexualizar tanto a nadie. Pero es que con Pedro Pascal no puedo chicas, no puedo, de verdad que no. Y ni siquiera abuso de él en mi mente por su físico, es su carácter, su humor, la capacidad que tiene para reírse de si mismo. Yo os juro que le veo en entrevistas y pienso «Lo que me gustaría irme de birras con él». A ver, hacerle cochinadas también, pero sobre todo me llama y me atrae esa perspicacia tan suya.

No sé, llámame loca, pero tiene pinta de ser el típico señor que hace el sexo divertido.

Es complicado de explicar. Pero es una de esas pocas personas, a las que sexualizo por su increíble carisma y atractivo general (no sólo físico).

Así que después de tanto reírme de las amigas y señoras que sexualizaban a señoros de 50 o 60 años. Después de jurar que jamás me fijaría en un señor, aquí estoy. Haciendo scroll y tragándome MIL vídeos de Pedro Pascal en repeat, esperando con buena fe soñar con él.

Moraleja: El atractivo es atractivo nenas, ni la edad, ni el peso ni el color de piel tiene que ver en eso.

Hay personas que tienen ese sex appeal y cuando lo sientes, no hay juramento o ducha fría que te haga ignorarlo.

M.Arbinaga