Año 2000. Año de la bonanza económica. Donde veías que tus sueños se iban a hacer realidad, donde la gente era un continuo anuncio del Corte Inglés. Felicidad absoluta.

Yo era una niña de 8 años que estaba en primaria y leía cosas tan recomendables para esa edad como ¨El Exorcista¨ o ¨Guerra y Paz¨. Devoraba ferozmente revistas como ¨Bravo¨ o la desaparecida ¨Loka¨ (comprar la ¨Loka¨ en tu quiosco del barrio era un deporte de riesgo. Por cierto, no sé a qué esperan a que vuelvan a publicar revistas. Me enseñó más de educación sexual que cualquier charla tonta del colegio).

Pero sin duda, la revista que me creo altas expectativas de la vida y de las relaciones fue sin duda la revista ¨Cosmopolitan¨.  Me tenía absolutamente enganchada la forma en la que mostraba una vida que para mí era de ensueño: Chicas independizadas a los 18 años, mujeres guapísimas con un cuerpazo que quitaba el hipo, trucos para ligarte a un cuarentón, cómo tener sexo en la primera cita sin para parecer una guarra…Ay.

Me veía con 18 años, un descapotable, estudiando Derecho con un novio guapo y rico que me había ligado gracias a los consejos de la Cosmopolitan y un ático en pleno centro de Madrid.

Ah, y eso sin contar mi cuerpazo conseguido gracias a la dieta détox de 5 días de la Cosmo, que en aquel tiempo no se llevaba lo curvy.

Total, que 16 años después, ni casa, ni coche, ni Derecho, ni trabajo ni ná de ná como se dice por aquí.

Menos mal que descubrí el feminismo dos años después y fue mi salvavidas (aunque la Cosmo vaya ahora de muy feminista y muy procurvy. Sí, sí). Vi LA VERDAD. Querían de mí que fuera la prolongación del nuevo patriarcado, una chica blanca y delgada con mucho dinero y poder. Y dolía. Porque nunca pude ni podré enfundarme en una 36 o seguir una dieta détox durante 5 días.

Me frustraba porque a la misma vez que se me instaba a ser supuestamente poderosa, veía obstáculos como la violencia sexual o el machismo insertado en las mismas chicas adolescentes. Ya te besabas con uno y como no cayeras bien, eras una putilla.

Duele, sí, pero es una lucha constante contra la sociedad y contigo misma, no podemos negar que todos estamos inmersos en el pensamiento de este nuevo patriarcado: Condescendiente, permisivo, supuestamente procurvy y que supuestamente te da las herramientas para ser igual que el hombre, pero realmente esto no es así.

Por eso, si alguna vez te sentiste decepcionada por no ser una chica Cosmo, que sepas que no estás sola. Porque somos todas las niñas del 2000 que nos criaron con la idea de la mujer PLUSCUAMPERFECTA.

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Autor: Lara Alarcón