Alguien me dijo una vez que si nos paramos a observar lo que nos rodea, encontraríamos el guión perfecto para la historia que nos diese la gana contar. Comedia, romance, misterio…

Aquellos que uséis de forma habitual el transporte público como yo me entenderéis. Ya sea para ir a trabajar o a clase, las escenitas que nos podemos encontrar un día cualquiera, son dignas de Oscar. He visto de todo amigos, de todo. He sido testigo de declaraciones de amor, de peleas o de cómo una persona excesivamente motivada con sus auriculares, daba un concierto sordo de batería.

¿Cómo actúas en estas situaciones? Intentas no escuchar las conversaciones, dar privacidad a los protagonistas, pero hay historias que no pasan desapercibidas. No es cotilleo, es instinto humano.

Afinas el oído para enterarte de los pequeños detalles, mientras disimulas haciendo otra cosa que no te delate. Te metes en la historia y hasta ganas te dan de intervenir para preguntar cuando no entiendes algo. Te indignas cuando llegas a tu destino, no puedes irte sin saber cómo acaba la cosa. Los hay más atrevidos que se saltan su parada porque necesitan conocerlo todo.

Al día siguiente, puedes coincidir con ellos o ser testigo de una historia totalmente diferente. Una nueva aventura, una nueva película. Puede que algún día nos toque a nosotros, quién sabe. Pero es divertido, mucho.