Acumulo la grasa cual tesoro en mi megasuperultra barriga, cosa que ya desde jovencita me hizo ganar todas las papeletas para crear la duda plausible de que era una joven permanentemente embarazada. No encontraba pantalones de mi talla, porque después de haber llegado a niveles máximos de barriga, guardaba mi preciada riqueza grasil en mi aún más megasuperultra trasero.
¿Qué os voy a contar de esa época? Tiendas de señora mayor, aún así pantalones que solo podía abrochar si me tumbaba en la cama, dejaba de respirar, hacia el pinopuente y embutía mitad de mi barriga dentro, mitad saliendo en forma de neumático. Neumático que dicho sea de paso, ganaba en tamaño a mis pequeños pechos… ¡Qué tortura!
Creía que esa tortura ya había acabado, ahora ya existen más marcas conscientes de que existe la gente gorda de todas las edades. Pero yo ya estoy jodida de la cabeza.
Cuando voy a comprar unos pantalones, la niña superviviente de esas marcas que dolían tanto en la cadera surge de la nada y solo con que un pantalón entre sin tener que contorsionarme ya cree que me va perfecto. Lo que decía… Locura máxima.
Ello implica, que si yo sé que hago una talla 56, me voy a la talla 56, me la pruebo, ¿entro? ¡Sí! Pues perfecto, sin mirar pequeños detalles como por ejemplo si me cabe el brazo entero o no entre el pantalón y yo… Si entra, es mi talla. Si es que ya sabemos que la talla no siempre es representativa. Por si fuera poco, de vez en cuando, hago dieta y llego a adelgazar 10Kg o 20Kg… pero mi loca interior ni lo ve, ni lo nota, ni le importa… mi talla es la 56.
¿Cuál es el problema? A parte de que en más de una ocasión parece que lleve sacos… Lo jodido del caso es que hay muchas marcas de ropa que ya nos han aceptado pero lo de que a una gorda le vayan grandes los pantalones ya… eso ya les causa explosión craneal. De cada diez tiendas de ropa con tallas grandes hay una tienda donde vendan uno o dos cinturones que me puedan valer.
No me refiero a esa monada de cinturones elásticos marcatetas, no, me refiero a cinturones, de los que consiguen que no te caigan los pantalones al andar, de los que tienen que rodear mi propio globo terráqueo personal, mi cadera. (145cm y olé!)
No sé si soy la única que tiene en su interior a una pequeña Loca que la obliga a hacer estas barbaridades pero me imagino que no soy la única cuya talla va variando según su estado de ánimo y no está la economía para tener colección de tallas. No sé comprar pantalones, lo tengo asumido, pero al menos, capeo el temporal con dos chapu-soluciones.
La primera, me busqué unos amantes espléndidos: Los leggins. Tanto me da la moda, los leggins no me fallan. Me van ceñidos a las piernas como guantes. Además, si los compro en Decathlon me valen 4€, y yo no puedo llevar medias porque del roce todas se me rompen al primer uso y al ser alta a la par que gorda cada media no me baja de 15€, ¡es una ruina!
Pero adoro los vaqueros, tengo muchos y ni puedo controlarme ni puedo controlar a mi Loca interior. Si veo unos vaqueros de la talla 56 y me entran… ¡ese vaquero tiene que ser mío! Ahí entra mi segunda Chapu-solución.
Los pañuelos. Sí, señoras y señores, mi segundo amante milagroso en mi estupendo trío personal son los pañuelos. Uso un pañuelo cual cuerda pasado por el sitio diseñado para llevar cinturones y lo anudo. Al principio es la cosa más chapucera del mundo, pero cuando ya empiezas a tener maña en el asunto, ya combinas los pañuelos con el color del bolso de ese día, con el de los zapatos, esmalte de uñas…
No diré que estoy perfectísimamente a la moda pero sinceramente, lo de poder andar sin tener que ir sujetándome los pantalones a la vez que me siento conjuntada… ¡me hace sentir estupendísima!
Espero que sirva de ayuda a alguien :)

Gemma Simó