Encantada.
Soy sapiosexual y lo que me pone de ti es tu inteligencia.

Me pone saber que tu mente es inquieta. Que te pongan las letras, la música, la ciencia, el arte. Que a nada estimulante le digas que no. Me pone tanto que me estimules. Que todo te cause curiosidad y que desarmes y rearmes todo; mis pensamientos, los tuyos. Me pone que cuestiones al mundo, que no des nada por sentado, que vulneres el orden, sedicioso, subversivo. Me pone que empujes tus límites y que empujes los míos, que me dejes sin aliento, que me dejes deseando más.

Me pone cuando sabes cosas que yo no sé, y me las explicas, y me haces cómplice. Me pone que tus ideas me penetren, que tus palabras me violenten.  Que me transgredas y me atravieses entera, charlando. Me pone que sepas leerme. Que entiendas mi idioma. Que me pilles el humor, que me pilles la mirada. Que me retes y me invites a vivir en tu cabeza, y que me no me agotes mientras te busco, fulminante.  Me excita que sepas cómo encontrar mi epicentro.

Me pone que te pienses ignorante. Que creas que sabes poco y que te falta aún por saber.  Me pone que te conozcas tan bien que sepas entenderte, entenderme, y que siempre busques saber más. Que te comprometas con tus ideas y que no te de miedo cuestionarte o discutir: con los demás, contigo mismo. Me pone que te explores y que me explores a mí. Que sepas usar tu tiempo y que sepas cómo no perderlo. Me pone sentir que contigo me encuentro. Que contigo soy.

Me pone que no escuches a tus demonios, esos que te dicen que no eres lo suficientemente bueno. Me pone que te vuelvas temperamental, trabajólico, difícil, brillante. Porque sabes lo que quieres. Porque vas hacia lo que quieres. Porque vienes, si lo que quieres soy yo.

Fóllame el cerebro. El cuerpo luego seguirá.