Con el tiempo me he dado cuenta de que lo que valoro en una relación son las pequeñas cosas. Esos detalles que nacen de la confianza y del estar a gusto con una persona y que van más allá de regalos o mitos del amor romántico. Quiero compartirte las 10 pequeñas cosas que realmente me enamoran no solo de estar en pareja sino de la persona con quien lo estoy. 

Los mordisquitos en la mano mientras conduce. Es norma que cuando vamos en coche, pone su mano en mi muslo esperando la mía y cuando la tiene se la acerca a la boca para darle mordisquitos. Nada de los besos del galán de las películas, dicen que los mordiscos a alguien que quieres significan no poder controlar la ternura y el sentimiento que producen en ti por lo que, lejos de molestarme, me resultan una forma preciosa de decir “te quiero”. 

 

Nuestro Tetris al dormir. Desde que empezamos, no podemos dormir en la misma cama sin que alguna parte de nuestro cuerpo encaje con la del otro. En invierno es más fácil pero en los calurosísimos veranos de Murcia te aseguro que hacemos verdaderos malabares para no morir en el intento, por lo que nos conformamos con que sea un pie o el codo, mientras sigamos en contacto con el otro. 

Cómo me mira cuando me ve entrar. Creo en lo cierto de que hay miradas que hablan. Mi chico además no es precisamente expresivo, al contrario que yo, por eso me encantan esas miradas que dicen todo lo que no es capaz de decir con palabras.

 

Todo lo que cocino le parece riquísimo (aunque me quede fatal). En serio, debería considerarse un arte poder fingir que un plato está bueno cuando está claramente soso o insípido y él lo tiene. Siempre asegura que no finge, que de verdad le parece que está bueno, pero yo creo que en el fondo es su forma de agradecerme el esfuerzo por querer mejorar mis pésimas dotes culinarias. 

Saber darnos espacio. Yo venía de relaciones súper dependientes en las que dedicar tiempo para una misma era motivo de discusión porque significaba no querer pasar tiempo con mi pareja así que no solo poder hacerlo ahora, sino invitar al otro a hacerlo me parece una pasada. Vivir una relación desde el compartir y el valorar la individualidad es de las cosas más bonitas. 

 

Entender nuestros malos días. Saber respirar antes de decirnos algo (aunque no siempre sea fácil) o incluso saber por qué el otro lo dice de una forma y poder explicarlo sin necesidad de discutir. También puede parecer un detalle pequeño pero mi forma de relacionarme con mis parejas siempre era discutiendo, gritando, llevando las situaciones al extremo y saber que no necesito hacerlo simplemente me encanta. 

Los sábados de comida rica, peli y manta (o ventilador). Sí, es un plan que puedes hacer con cualquier persona, sea tu pareja o no, pero hacerlo con ella es de mis cosas favoritas. Soy fan de conocernos tanto como para decir: “¿Tagliatella?” y saber que al otro se le van a poner los ojos como platos y que no necesitemos citas especiales porque hagamos cualquier momento especial.

 

La confianza de ser yo misma y no necesitar impresionar. Imagino que esto irá con la persona pero cuando yo no tenía pareja y quedaba con algún chico, necesitaba sentir que le impresionaba y para eso muchas veces intentaba no ser tan yo. Tampoco todas las parejas son iguales pero joder, mola poder ser tú misma y saber que tu pareja te conoce y valora precisamente por ser quien eres.

 

Planear un futuro e imaginarnos juntos. También irá a parejas y a situaciones pero cuando solo tenía sexo esporádico, no tenía ganas de pensar en un futuro común. En cambio cuando estás en pareja, se cumpla luego o no, mola imaginar planes de futuro comunes y sentir que de verdad te los imaginas todos con esa persona (porque si es que no, suele significar que tu relación no está en un buen punto). 

Ser amigos antes que novios. Creo que esta es mi favorita. Saber que mi pareja es mi mejor amigo antes que mi novio me parece algo maravilloso porque significa poder hablar de todo sin tabúes, significa poder expresarme cuando lo necesito y poder compartir con él todo aquello que me pasa. 

 

Mara Jiménez