¿A vosotras no os pasa que llega septiembre y os da como la morriña? Chica, es acabarse el verano y como que me entra una nostalgia tremenda y me acuerdo todo el rato de cuando iba al cole, del reencuentro con los amigos que llevabas todo el año sin ver, de las agendas y el olor a libros nuevos.

Vale sí, sigo comprándome libros (y disfrutando de su olor) y agendas y gracias a Dios a mis colegas los veo casi a diario, pero es que NO ES LO MISMO. Hay cosas que hemos perdido y aunque sepa que no las vamos a volver a hacer, no está de más recordarlas para no olvidarlas jamás de los jamases. Hemos crecido con ellas y se merecen un huequito en nuestra memoria.

Un minuto de silencio por todas aquellas veces que…

1. Mandabas notitas en clase

Ahora los chavales se lanzan indirectas por el ThisCrush y se dan likes en Instagram; pero nosotros somos de la generación a la que se le encogía el alma pensando que la notita que estabas mandando al chico que te gusta (y que tenía que pasar por 45 compañeros hasta llegar a sus manos) podía ser interceptada por el profesor.

2. Buscabas en la Encarta

¿Sigue existiendo? Yo juraría que la última Encarta que yo viví fue la del 98. Maldita Wikipedia no contrastada que le ha quitado el lugar.

3. Ibas a la biblioteca a consultar libros

Es como una sala llena de libros en la que puedes consultar información para hacer trabajos. Algo parecido a Google pero con límites; y como fueses de pueblo como yo: con muchisísisisisismos límites.

4. Usabas la calculadora

¿Cuándo fue la última vez que utilizasteis la calculadora física? Sí, la negra Casio de toda la vida de Dios; la que tenía la tapa llena de chuletas y de fórmulas y valencias.

5. Escribías a mano

Yo he entregado trabajos a mano de más de 30 folios. ¡Y me encantaba! Era de las frikis que aún en la Universidad, donde la gente ya cogía apuntes con el portátil, pasaba todos los apuntes a mano con colores y de todo. Creo que es una de las cosas que más penita me da.

6. Utilizabas las cabinas de teléfono

Estabas en la calle, lejos del oído de tus padres y eso molaba todo.

7. Conocías a los padres de tus amigos solamente por su voz

«Hola, soy Bea. ¿Está Carla?». Y escuchabas al padre o a la madre gritar a voces: «Carlaaaaaaaaaaaaa«. Y esa era toda la conversación que tenías con su madre; absolutamente ninguna, pero chica como que se creaba un vínculo. Además, a día de hoy me acuerdo de absolutamente todos los teléfonos de las casas de mis amigas de la infancia. Están grabados a fuego en mi memoria.

8. Jugabas en el recreo

Los tazos, el Flubber, las hojitas de cambiar, las canicas, el milikituli o lo que estuviese de moda. El caso es que interaccionábamos unos con otros físicamente y eso molaba todo.

9. Grababas cintas de música

Ahora con Spotify no hay tensión, pero el hecho de haber grabado de la radio tus canciones favoritas y que se enrollase la cinta marrón que iba por dentro (sorry, no sé cómo se llama) era el drama más drama del mundo mundial.

10. Ibas a la feria

El pulpo, el máster, la olla loca, los coches de choques y… LAS PUTAS PATATAS FRITAS. No hay más comentarios.

11. Utilizabas el Teletexto

¿Cuántas veces le habéis mirado a vuestros abuelos el número de «los ciegos» en el teletexto? ¿Y cómo ha quedado el Madrid? ¿Y el horóscopo? Por favor, si es que era horroroso pero lo molaba todo. R.I.P Teletexto.

12. Alquilabas una peli en el videoclub

Recuerdo perfectamente a mis colegas colándose en la zona cochina que estaba tapada como con una telita negra. El día chachi para coger pelis era el sábado por la mañana porque al ser fiesta el domingo tenías un día más de gratis.

13. Ibas al kiosko a por la SuperPop

O la Bravo, la Ragazza, o la que te molase. El caso era comprarse la revista al salir de clase para llegar a casa y fliparlo con los relatos cochinos, leerle el horóscopo a tus amigas y hacer los test chachis para saber con qué Backstreet Boys te ibas a una isla desierta.

Estoy segura de que si sigo sentada delante del ordenador me saldrían mil cosas más que me darían aún más morriña que todas estas, pero la lista sería interminable. Así que cuéntame tú, ¿qué es lo que más echas de menos?

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