Y por grueso no me refiero a una melena gruesa, de tener mucho pelo, no: me refiero a poder arrancarte un pelo y coserte el botón de la camisa #latrue
La cabeza te pesa. Te haces un moño y te pesa. Te lo sueltas y te pesa.
La humedad es tu archienemiga.
Tenerlo corto no es una opción.
Hacer la cucharita puede ser un arma de destrucción letal. ¿Cuchillos en la cabeza? YASSSS.
Olvidate de tener suelos claritos: mientras un pelo cualquiera disimula, uno tuyo parecen arañazos de tigre.
NUNCA. ES. SUFICIENTE. MASCARILLA.
Este tipo de chismes serán por siempre tus mejores aliados en la ducha:
Lo único que le pides a la vida es que te devuelva el tiempo invertido en lavar, secar y alisar tu pelo.
La emoción es real cuando encuentras un buen cepillo.
A veces piensas que en los 80 lo hubieras petado, porque así es como te levantas todas las mañanas:
Si te devolvieran el dinero invertido en productos (que para cerrar las cutículas. Que para evitar el encrespamiento. Que para hidratar con la fuerza de los mares) te comprarías a tocateja un piso en la Castellana.
Los peinados te duran cero coma un segundo.
Horquillas? JA. JA. JA.

A menos que sólo quieras sujetar cuatro pelos, la mayoría de tus horquillas terminarán rotas y abiertas, como tu corazón. No te extrañes si encuentras una en tu pelo ocho días después de que te la pusiste.