Mudarse a una gran ciudad como Barcelona o Madrid puede parecer una idea maravillosa , sobre todo si eres de un pueblo pequeño y sueñas con vivir en la ciudad que nunca duerme. Y aunque tu vida jamás será igual después de abandonar tu lugar natal, no todos los aspectos son positivos. Le hemos pedido a cinco de nuestras lectoras que nos cuenten cómo ha influido en ellas un cambio de vida tan radical y qué cambiarían de su nueva vida.

Tere:

Soy de un pueblo pequeño de Andalucía y la verdad es que irme a vivir a Madrid fue una completa locura. Sentía que necesitaba un cambio y en ese momento me pareció una buena opción. Madrid me ha dado mil cosas bonitas y siempre le estaré agradecida, pero también me mantiene alejada de los míos y cada día me pesa más. Ahora con la pandemia he empezado a replantearme otras cosas en mi vida y valoro más el estar cerca de mi familia. Poder darle un beso o un abrazo a mi madre para mí significa todo.

Leti:

Cuando viene a Barcelona engordé 10kg. Me dejé absorber tanto por el ritmo de trabajo y el caos de una ciudad grande que mi relación con la comida empeoró muchísimo. Antes de teletrabajar estaba haciendo una media de nueve horas y media diarias y obviamente, no tenía tiempo ni de comer bien en casa ni tenía energía para ponerme a cocinar cuando llegaba. Antes de Barcelona, disfrutaba muchísimo más del acto de comer en sí. Después, simplemente me alimentaba con lo primero que pillara y luego por la noche me pegaba atracones. Este año me he propuesto reconciliarme con la comida y volver a comer despacio, respetando mis tiempos.

Sara:

Yo llevo 10 años viviendo en Bilbao aunque soy de un pueblo pequeño de Málaga. Me encanta mi tierra e intento ir cada vez que puedo (sobre todo a comer espetos) pero la verdad es que no creo que pudiese volver a vivir allí permanentemente. Cada vez que bajo me siento un poco con el síndrome de la extranjera y los primeros días me deja puff. Me fui de allí siendo una niña y la Málaga que recuerdo no tiene nada que ver con la Málaga de ahora.  Además todos mis amigos se han mudado o se han casado y apenas conozco a nadie allí.

Patri:

Yo siempre he sido una persona SUPER sociable y he tenido un grupo de amigos con los que hacer planes, quedar para entregarnos al bebercio o salir a bailar los findes. Desde que me mudé a una ciudad más grande que la mía me está costando horrores hacer amigos. Es como si la gente fuese super cerrada y no quisiese abrir su grupo o estuviese interesada en conocer a gente nueva. Me da la sensación de que en las grandes ciudades la gente va más a su rollo y es más individualista.

Rosa:

Yo esto lo suelo hablar mucho con mi madre porque para mí el mudarme a Madrid supuso una hostia en la cara de madurez impresionante. Yo hasta hace dos años no sabía ni freírme un huevo sola y cuando me mudé tuve que aprender a gestionar por mi cuenta mil movidas diferentes como por ejemplo pagar el impuesto de la recogida de basuras. La vida no me había preparado para este tipo de cosas.