Cuando tienes 20 años (o 30, para qué mentir), tu madre te saca de quicio. A mí por lo menos. Ojo, que la quiero más que a mi vida. Daría todo por esa mujer y mi plan ideal es quedar con ella para tomar un café y un pastelito en el bar del barrio. Aun así, a veces me entran ganas de decirle “mamá, me tienes hasta el pepe”, pero me controlo para dar ejemplo a mi hija.

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Mi querida retoña tiene 12 años recién cumplidos y ya mide más que yo. Ha heredado la altura de su padre y mi ironía. La belleza no sé de quién es, porque ninguno de los dos somos tan bonicos. Total, que el otro día la muchacha me miró con cara de “mamá, me avergüenzas” y tuve un flashback. Recordé mi adolescencia, mirando igual a mi madre.

Imaginaos el shock cuando me di cuenta de que todas esas cosas que hace mi madre y me ponen del hígado, las estoy haciendo yo con mi hija.

  1. Enseñar una foto a tu madre en el móvil y que, en vez de mirar, toquetee todo.

Mamá, ¿para qué amplias? Tu imagínate el dramón si desliza a la derecha y se encuentra la foto que te hiciste de ese grano del culo que no te alcanzabas a ver en el espejo.

  1. Que tu madre te pregunte una y otra vez algo que ya has respondido

Cada vez que trabajo desde casa y mi madre está presente, me pregunta cincuenta y siete veces lo mismo. “Hija, ¿seguro que no pasa nada en el trabajo por quedarte hoy en casa?”. “Que no, mamá, que no pasa nada.” Y a los 10 minutos me vuelve a preguntar lo mismo.

  1. O, peor aún, que pregunte algo cuando ya sabe la respuesta

“¿Has comprado ya el regalo de tu tía Julia?” Y tú sabes que ella lo sabe porque le has pasado veinte fotos del regalo y habéis hablado del tema hace dos minutos.

  1. Ir al médico, que tu madre te acompañe, y que hable por ti

Recuerdo el día que me operaron para quitarme un bulto del pecho (benigno, no worries). 28 años tenía yo. Ella insistió en acompañarme, y lo primero que soltó al ver al cirujano fue “TUMBADLA QUE SE MAREA”. No mamá, si quieres me quitan el bulto de pie.

  1. Que te recuerde mil veces los cumpleaños de tus primos segundos y que insista para que les felicites

El mayor disgusto que le puedo dar a mi madre es olvidarme de felicitar a algún primo o tío segundo. Yo creo que ella tiene un calendario en el que apunta los cumpleaños de todas las personas que conoce, y siente la necesidad de que todos les felicitemos.

¿Y sabéis lo peor de todo esto? Que ahora yo soy igual. Quitadme la custodia de mi niña, lo entenderé.

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