¡Qué paren el mundo que yo me bajo!

Si esta es la sociedad en la que vivimos, me voy a mudar a Marte. ¿Quién se viene conmigo a fundar una nueva civilización?

Estoy (bueno, estaba), en un grupo de whatsapp de españoles que viven por mi zona (vivo en Reino Unido), que usamos para organizar quedadas y actividades. En realidad, solo se emplea para mandar memes.

Bien, uno de los chicos mandó un vídeo de una pareja en un concierto. Mientras el chico intentaba besarla, magrearla y sobarla por todos los lados, a la chica se la veía claramente incómoda. Intentaba deshacerse de él de todas las formas posibles, le quitaba las manos, le giraba la cara y se la veía muy angustiada.

Ella era de talla grande.

El chico pasó el vídeo con el comentario “por favor, apiadaros del pobre chico que esa gorda lo está acosando”. Todo fueron risas y comentarios del estilo “jajaja, con lo desesperada que estará la gorda va a matar al pobre chico” o “este chico se merece un monumento, menudo favorazo que le está haciendo a la gorda”.

Vamos a ver Neandertales, ¿estamos viendo el mismo vídeo? ¿No veis que la chica está claramente agobiada y para nada contenta?

Las respuestas fuero del tipo “si claro, para elegir está esa”, o “tanto no le molestará, si no con su tamaño, de una hostia se lo quita de encima”.

Me sentó tan mal que me salí del grupo. Pero ahí no acabó la cosa.

En el grupo que tenemos las chicas solas me empezaron a decir que no había sido para tanto, y que, en el fondo, algo de razón tenían.

Por lo visto, a una gorda no pueden acosarla de la misma manera que a una flaca porque, como somos más grandes, tenemos más fuerza física y podemos tumbarles de una leche sin problemas. Además, tenemos que conformarnos porque no hay muchos hombres dispuestos a sacrificarse a estar con una gorda.

Nunca he visto tantas sandeces juntas en tan pocas palabras.

Vamos a ver, lo primero.

Los gustos son como los culos, todos tenemos uno. Hay a quien le gustan las personas rubias, altas, bajas, morenas, y ¡oh, sorpresa! También las gordas tenemos nuestro público.

Y, si bien entendían que, hasta cierto punto, podía haber quien se sintiera atraído por alguien de talla no normativa, no entendían que, cuando nos acosan, somos exactamente igual que cualquier otra mujer.

Podemos tener exactamente los mismos miedos que cualquier otra persona.

Podemos quedarnos paralizadas de miedo igual que cualquier otra persona.

Podemos no saber cómo actuar igual que cualquier otra persona.

A parte, de que no todo se reduce a la fuerza física, ni que todas las gordas somos expertas luchadoras de sumo que sabemos como usar la fuerza a nuestro favor (yo, por ejemplo, no puedo ni ganarle un pulso a mi marido, que pesa la mitad que yo y no haría ejercicio ni aunque le fuera la vida en ello).

Lo que más me dolió de todo aquello es que varias de las chicas del grupo son también de talla grande. Y simplemente han asumido que esas cosas no les pueden pasar a ellas, o no estarían en peligro real si se diera el caso.

Les dije la pena que me daban y me marché del grupo. No necesito personas así en mi vida.

Ojalá algún día entiendan lo equivocadas que están, y espero sinceramente que no lo tengan que entender a la fuerza.

 

Andrea.