Puede sonar muy mal, pero decir lo contrario, sería mentira.
Hace varios años, la que en ese entonces era una de mis mejores amigas, se acostó con mi novio.
Teníamos veintipocos años, era una de mis primeras relaciones y le quería muchísimo. Con el tiempo, vi cosas de él que no me gustaron y que me hacía sentir insegura y lo dejamos. Cada uno se fue por su lado y no hubo conflicto o discusión, fue una ruptura limpia, o eso pensaba yo.
A todo esto, mi amiga fue un hombro donde llorar. Le había contado lo mucho que lo quería, nuestros secretos, como era el sexo con él, nuestros planes de futuro… todo. Cuando rompimos acudí a ella y me ayudó a superarlo.
Pues meses después, gracias a que un amigo de ella no podía soportar más la mentira, me enteré de que se habían estado acostando mientras todavía estábamos juntos. Fue en la fase final de la relación, como unos dos meses antes de romper y cuando ya se sabía que aquello se estaba precipitando al fracaso, pero, aun así, estábamos juntos.
Me enteré justo antes de navidades y me jodió todas las fiestas. Primero fui a pedirle explicaciones a ella, que al principio se quedó bloqueada y luego confesó sin ni si quiera mirarme a los ojos. Se habían acostado no una vez, sino varias veces a la semana durante los últimos meses con mi novio, aprovechando que ya casi no quedábamos y nos veíamos menos.
Os ahorro más de un año de dolor, sentirme traicionada, tener incluso que acudir a terapia, intentar volver a confiar en las personas y bloquear a estos dos seres de mi vida, que además, tuvo como consecuencia que mucha gente que “no quería elegir bando” y que “no se quería meter”, terminaran quedando con ellos y prefiriendo no quedar conmigo, porque “era yo la que tenía el problema con ellos y no querían tener que elegir”. La cuestión, es que me pusieron los cuernos, me engañaron en mi cara durante meses y encima, mi grupo de amigos se distanció mucho.
Para mí, la ruptura con mi amiga fue mucho más dolorosa que con mi pareja. Poco se habla de lo que duele desvincularse de alguien a quien quieres tanto y que ha formado parte de tu vida durante tanto tiempo. Esto todavía se complica más si te hacen un daño tan gratuito, que no eres capaz de entender. Pero cuando por fin acabé el luto, llegó la rabia.
Me daba mucha rabia ver que ella seguía con su vida normal, me daba rabia verla ilusionada con algún chico y me daba rabia hasta ver que se iba a conciertos. Yo había tenido mi vida y mi ánimo completamente paralizado por su culpa, y allí estaba ella, disfrutando.
Me costó bastante más tiempo salir de ahí, deshacerme de todo ese rencor y pasar a sentir la tranquilidad de la indiferencia, pero cuando lo logré, lo agradecí mucho.
Ya no me interesaba ella, ni sus fotos, sus ligues o su vida. La omití completamente y no estaba presente en mi vida de ninguna de las maneras. De hecho, no me acordé de ella hasta que un conocido la mencionó, y se ve que le va fatal.
Contó que está sola porque nadie la aguanta, que es una persona completamente egoísta y su circulo de amistades cada vez se fue haciendo más pequeño, porque todo el mundo se marchaba. También que actualmente no tenía trabajo y hacía tiempo que no encontraba nada. Estaba viviendo de gorra en casa de sus padres y, a sus 36 años, no sabía que hacer en la vida.
Yo estaba escuchando todo lo que contaba en silencio y solo sentí una cosa: Satisfacción.
Sé que muchas me diréis que entonces no lo he superado, pero no lo veo así. Creo que muchas veces cuando decimos eso de “la vida le pondrá en su sitio” o “ya le llegará el karma”, lo que estamos diciendo es, con palabras más bonitas, “ojalá le vaya mal”.
Pero nos da vergüenza admitirlo, porque eso nos convertiría en malas personas.
Pues yo creo que eso no es de malas personas, creo que es justicia, y a todos nos gusta que se haga justicia y que la gente mala reciba consecuencias de sus actos.
Así que lo digo alto y claro: Me ha sentado muy bien saber que le va fatal.