Queridas todas,

Hoy vengo a hablaros del día en el que, aparte de fiesta y convivencias, compartí con todas mis amigas una intoxicación brutal que casi nos lleva al hospital, con una historia curiosa de fondo.

Era nuestro primer año de universidad, y conocimos mucha gente nueva que venía a estudiar a nuestra ciudad. Yo conocí a una chica que, teniendo una situación complicada, deseaba hacer nuevos amigos y conocer nuevos lugares viviendo nuevas experiencias que le ayudasen a evolucionar.

Yo la invité a pasar la feria con mis amigas y conmigo, y la introduje en el grupo como si fuera una más. Todas estábamos contentas con su llegada, ya que solía ser una persona divertida y proactiva, que siempre proponía cosas y estaba disponible para todo.

Como éramos muy jovencitas, solíamos ir al botellón para ahorrarnos unas perrillas en bebida. Para ello, solíamos hacer garrafas de calimocho, mojito o bebidas similares para poder tomarlas entre toda la Tropa Goofy que éramos y que nos saliese más económico.

En esta ocasión, decidimos hacer varios litros de mojito en garrafas.

Nuestra nueva amiga, siempre súper decidida y dispuesta a los planes, nos propuso hacer el ‘’ mejunje Art Attack’’ en su propia casa, quizás para ganarse nuestra confianza, un poco como la bruja de Hansel y Grettel.

Allí nos plantamos como mulas de carga con todos los avíos: garrafas, botellas de refresco, de ron, hierbabuena, limones y limas… pero habíamos olvidado lo más importante: EL AZÚCAR MORENO.

Dado que su casa estaba bastante alejada de lo considerado civilización en mi ciudad, era bastante difícil encontrar una tienda donde pudiéramos acceder al producto que nos faltaba, y sin el cual, nuestra obra maestra quedaría hecha un churro.

Ella, siempre dispuesta a resolver todos nuestros problemas, comenzó a buscar por aquella casa y encontró, milagrosamente, un paquete de azúcar moreno.

La cogimos como si hubiésemos ganado la copa de la Champions, vertiendo íntegramente el contenido de aquel saco pegajoso sobre un cubo con toda la mezcla, que, emulando a Panoramix, íbamos removiendo con afán y gusto, sabiendo lo que se venía aquella noche. (Ilusas, por cierto).

Llegó la hora de irnos al botellón, y quedamos con todo el arsenal preparado para comenzar las ferias de nuestra ciudad con todas las ganas del mundo.

Llegamos al sitio, y comenzamos a beber en vasos de maceta, como no podría ser de otra forma. El sabor nos pareció estupendo, aunque asumo y admito que en aquellos años, capaces éramos de beber gasolina con Redbull, habida cuenta de las ganas de ver aliens que todas teníamos en nuestros primeros años de juventud.

La noche transcurrió divertida y sin problemas, o al menos, hasta dónde esta cabeza 12 años después me permite recordar (creo que me caí y me desollé las rodillas, pero eso es otra historia). Todas nos fuimos perdiendo, cada una con su ligue y a la mañana siguiente nos contaríamos la batalla.

Pero… no hizo falta que brillase el sol para poder sentir en nuestros cuerpos que algo no iba bien. En aquellos años, solo existía el chat de la Blackberry, que empezó a zumbar como alma que lleva el diablo sobre las 6 de la mañana.

Todas mis amigas y yo estábamos con vómitos y diarreas, literalmente era negro todo lo que veíamos y sentíamos. Comenzamos a llamarnos, todas doloridas y planteando con nuestras familias y ligues asistir a urgencias, puesto que realmente nos encontrábamos muy mal, no cesaban los vómitos, y estábamos en una situación difícil.

Alguien tuvo la brillante idea de repasar que habíamos tomado todas, hasta que caímos en la cuenta de que ese azúcar moreno milagroso tenía dudosa procedencia. Llamamos a esta chica, que por cierto, no bebió en toda la noche.

No nos cogía el teléfono, no sabíamos nada de ella.

Al cabo de las horas, una de nosotras consiguió contactar con ella: el azúcar moreno llevaba caducado 9 años.

¡9 AÑOS SEÑORAS!

No volvimos a beber en toda esa feria, puesto que pasamos en cama un par de días hasta podernos limpiar del todo.

¿Sabéis qué es lo mejor de esta historia? Que nunca jamás volvimos a saber nada de nuestra ‘’dulce amiga’’, puesto que desapareció después de esa noche y según tengo entendido, se cambió al turno de tarde de nuestra carrera de la uni.

Si nos lees, que sepas que te recordamos con cariño y risas.

 

LadyMiau