Mi amiga se quedó embarazada de su novio al año de conocerlo, se fueron a vivir juntos y, poco después, tuvieron a la niña. Todo parecía ir bien, hasta que el se aburrió de su mundanal vida y pasó a tener comportamientos sospechosos: idas y venidas con gente desconocida hasta el momento, visitas a bares por donde nunca se le había visto, llegadas a las tantas…

Un mal día, mi amiga le descubrió un chat subido de tono con una chica con la que, a juzgar por la conversación, se la estaba pegando. En aquellas charlas, además, insistía en resaltar las cualidades que no veía en mi amiga, comparando a ambas en favor de la amante. Mi amiga lo dejó y, en medio de la separación, encontró a la otra una noche en el sofá de la que aún era su casa.

Pocos años después, el “galán” protagonista de esta historia conquistó a otra chica del pueblo. Con esta celebró boda, incluso, y luego la vivienda familiar y otra niña. Pero pronto empezaron a correr rumores de infidelidad, nuevas salidas hasta las tantas, comentarios que él hacía… Hasta que su mujer se cansó y lo mandó a paseo.

Ahora vive solo, pasa los fines de semana con una hija o con las dos y todo el mundo se pregunta cómo lo hace para pagar un piso, pasar pensiones y pegarse sus buenas fiestas de cuando en cuando, con la novia de turno. Porque, tras su segunda esposa, ya ha tenido, al menos, dos.

Víctima de la bioquímica

Debemos dejar de ver la ruptura como un fracaso, de acuerdo. Pero hay una delgada línea entre eso y normalizar este tipo de comportamientos. Mira, si tú vives por y para sentir el aleteo continuo de las mariposas, a mí ni me va ni me viene. Pero tendrías que ser honesto, ¿no? A la próxima, convendría que le dijeras a tu enamorada:

—Me gustas y, durante los próximos meses, si tú quieres, yo te trataré como una reina y seremos felices juntos. Pero a los 15 meses yo me voy a cansar e iré a por otra, así que tú decides si te embarcas en esto o no. Luego no me lances a la cara tu corazón roto.

Eso o tratarse la adicción, una de dos. Porque sí, esto apunta a adicción. No lo digo yo, lo dice la neurociencia.

Para cuando la pasión se atenúa y comienzan a pesar las diferencias, hay que tener voluntad de trabajar la relación. Eso no es aguantar carros y carretas por el bien común ni dejar de asumir que, en algún momento, se puede acabar por mil cosas. Es, simplemente, acometer la tarea altruista de querer y cuidar a alguien, sorteando los obstáculos que puedan aparecer, como la monotonía. ¡Eso es amor, joder!

A vueltas con el amor eterno

A mí llamadme carca y antigua, pero sigo pensando que, cuando se elige PAREJA, se elige para siempre. Pareja en mayúsculas, como sinónimo de compañera de vida, alguien con quien desarrollar un proyecto vital común y el firme deseo de crecer y envejecer juntos. Que luego puede no ser porque los miembros tienen una evolución diferente, porque surgen desencuentros insalvables o por lo que sea, vale. Pero, en principio, una se visualiza con su pareja siempre.

Pensando en todos los estímulos que se tienen y en lo mucho que se está romantizando esto de ir de flor (como si una ruptura no doliera nada), me convenzo de algo: lo verdaderamente romántico es lo que viene después de la llamada fase de amor romántico, que es elegir a esa persona. El amor verdadero va después de la bomba de bioquímica. Apostar por él/ella, por la historia común, por vuestro futuro juntos y trabajar en la relación.

Quien prefiera una vida de soltera, maravilloso, junto a otras tantas posibilidades como el poliamor. Pero, lo que se vaya a hacer, que se haga con honestidad.

Anónimo