¿Qué narices pasa cuando te enamoras como una tonta de tu mejor amigo?

La amistad entre un hombre y una mujer no solo es posible, si no también es enriquecedora desde mi humilde punto de vista. Pero hay una pequeña posibilidad de que el drama asome por la puerta cuando uno de los dos empieza a tener sentimientos  distintos por el otro.

Esto fue lo que me pasó con el que era mi mejor amigo. Todo comenzó con una tierna amistad, pasábamos horas y horas juntos, íbamos a conciertos donde nos volvíamos locos, veíamos películas de dudosa calidad sobre zombies, intentábamos arreglar el mundo con una cerveza y una bolsa de pipas…pero con el tiempo empecé a notar que algo no estaba siendo como antes. Cada vez que me miraba sentía esas odiosas mariposas que vienen sin previo aviso, los silencios empezaron a ser incómodos y el mínimo roce de su mano con la mía se convertía en un momento que recordaba durante días. “Te estás enamorando como una perra”, me decía mirándome al espejo.

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Llegados a este punto solo tienes dos opciones: o haces como si no pasase nada y le amas en silencio como si vivieses en una canción de Luis Miguel o le echas un par de ovarios, se lo dices y te arriesgas a perderle como amigo (en estos casos nunca contemplas la opción de que pueda salir bien). Como suele pasar con las cosas importantes, decides ir dejándolo para un mañana que nunca llega.

Los planes siguieron siendo casi como antes pero con una diferencia, él empieza a hacer que os quedéis solos dando largas a los otros componentes del grupo de amigos para que no vengan. Pensaréis que eso eran buenas noticias, pero no, solo acentúa los nervios que sientes por estar con él.  Piensas que tienes la ocasión perfecta ya que él quiere que paséis todo el tiempo posible a solas, pero es solo una maniobra de despiste del enemigo.

¿Qué pasó después?

Cada vez estáis más tiempo juntos y de repente, cuando menos te lo esperas, te mira a los ojos, te acaricia la mano y te suelta: “¿Te acuerdas de Alejandra?, pues ahora estamos saliendo”.  Hay cosas en la vida que no tienen mucho sentido, pero ese momento no tiene comparación. Haces repaso de las últimas semanas, de los momentos en los que él buscaba estar a solas contigo a toda costa, las miradas ya no eran las mismas. Cada vez había más roce entre vosotros, pero por circunstancias que aún se desconocen todo eso era mentira y en realidad estaba empezando a salir con la tía que menos te esperabas.

Después de esto tenía muchas opciones pero elegí alejarme, no podía fingir más que me alegraba de su nueva relación mientras él quería seguir con el juego de estar todo el tiempo conmigo a solas y poniéndome esos ojitos de corderito que va al matadero.

Perdí a mi mejor amigo y tuve unos meses de drama del bueno. Pero amigas, es una de las mejores decisiones que he tomado en mi vida y no hay nada que un poco de terapia y litros de helado de chocolate no puedan arreglar.

 

Lara Cuellar