Lee aquí la parte 1.

 

Mis amigas y yo somos un grupo de 5. Llevamos unidas desde siempre y… Si has leído “Apoyé a una mentirosa y eso me jodió la vida” ya conoces un poco la historia. En resumen, tuve un desacuerdo con una de ellas y las demás, sin necesidad ninguna, se posicionaron de su lado. El caso es que todo es como misterioso, nadie habla de lo que pasa, nadie cuenta nada de lo que piensa… Se ha hecho un silencio cómodo, en realidad, porque evitamos conversaciones que ninguna quiere tener. Sonia sigue haciéndose la mártir, pero no entra en el grupo más de una vez al mes, cuenta alguna miseria, las otras le ofrecen hasta sus almas y ya está, el silencio de nuevo. Y María, con su espíritu conciliador y buenista, me habla de vez en cuando por privado para saber cómo estoy, me pide algún consejo o habla de quedar… Pero en cuanto sale algún tema incómodo deja claro que ella no quiere saber nada, que ella se siente en medio de algo que no entiende y que no se quiere posicionar. ¡JA! No se quiere posicionar, claro, es por eso que cada día llama a Sonia para seguir dando su apoyo incondicional, le pide constantemente a su madre que le dé un día libre o le pague algo más por casi cualquier cosa que hace en la tienda y siempre, siempre, justifica cada mal gesto que tiene hacia mi con “es que no sabes lo cansada que está”, “es que no tiene tiempo de nada, la pobre”. Y yo sigo imaginando a Sonia en su casa, rascándose el coño a dos manos mientras las otras tres le solucionan la vida. 

El caso es que soy incapaz de salir del todo de este grupo. Sé, porque no soy tonta y por vuestros comentarios en la primera publicación, que debo salir de allí dando un portazo, que no merezco este trato y que vale más quitar la tirita de golpe que seguir ahí dejando que se aproveche de mí, pero me cuesta. Os prometo que mi terapeuta y yo estamos en ello, poco a poco voy poniendo distancia según mis sentimientos me lo permiten. 

Hace poco María vino de visita y quisieron organizar algo para juntarnos todas. Ni qué decir que entre visita y visita de María no veo a ninguna de las demás. Propusieron varios planes, de tarde, de cena, comer en casa de una y pasar el día todas las familias juntas… Pero no nos poníamos de acuerdo. María propuso un plan de tarde para el único día que yo no podía, pero se descartó al momento, porque no encajaba. Finalmente hicimos una cena nosotras solas. María se sentó a mi lado, obviamente, igual podía contagiar algo de cordura a las demás si se acercaban. Durante los pinchos de antes de cenar, una de ellas mencionó algo que había contado en el grupo, pero yo no sabía de qué hablaba. María se percató al momento de que se refería a otro grupo, ese en el que están todas menos yo. Creí por un momento que me iba a poner nerviosa y que me sentaría fatal, pero al ver que, quien estaba hablando, seguía su discurso sin darse cuenta mientras Sonia tenía los ojos fuera de las órbitas y María, por lo bajo, seguía intentando explicar que claro, como ellas escuchaban una música que yo no escuchaba, pues habían hablado a parte porque a mi no me iba a interesar. ¡Ya! Claramente eso era lo que había pasado. 

Fui al baño y llamé a mi marido, que estaba con unos amigos (los cuales me habían insistido también en que no fuese) y le conté lo que había pasado. Sorprendentemente, no podía parar de reír. Había empezado el juego, enviaría un mensaje a mi marido por cada metedura de pata de la que me percatase. Es obvio que, a los pocos segundos de sentarme en la mesa nuevamente, tuve que escribirle. “Van dos, Sonia acaba de hacer referencia al café del sitio al que fueron el martes, a lo que María tardó una milésima de segundo en explicar que era ese martes que yo no podía quedar. ¡Qué raro! Se suponía que ese día no podía ninguna…” Nunca usé tantos emojis y GIFs de carcajadas. La verdad que pasé una noche genial, no así María, que no sabía dónde meterse. Y es que, para mentir hay que ser muy lista y Sonia estaba demostrando ser más corta que el rabo de una boina. 

Gracias a esa cita estoy separando cada vez mejor mi vida de la de esa lurpia y la de sus compinches. Si ellas supieran la verdad… Pero eso ya me da igual, no es asunto mío. Ahora me siento cada vez mejor, estoy haciendo un nuevo círculo de amigos, en esta ocasión un círculo abierto donde entrar y salir cuando me apetece y siento que, sin los problemas de Sonia a mis espaldas, mi vida es mucho menos pesada. 

 

Luna Purple