«La vida es como una caja de bombones, nunca sabes el que te va a tocar.”  Ya nos lo decía Forrest Gump.  Nuestra vida está llena de sorpresas que no siempre son tan agradables: rupturas sentimentales,  con amigos, muerte de un ser querido, perder un trabajo, finalizar un ciclo en nuestra vida, … y todas ellas vienen acompañada de una etapa de duelo.

 

Y es que, si has vivido alguna de las situaciones que acabamos de mencionar, no se te hará extraño que lo digamos así. Son muchas las veces que debemos despedirnos de personas o cosas que han sido esenciales en nuestra vida y, tenemos todo el derecho del mundo a llevarlo de la forma que nos parezca.

Seguro que lo has escuchado mil veces, todo duelo tiene sus fases y cada persona las afronta de forma diversa, pasando por todas, saltando de una a otra o cumpliendo sólo algunas o estancándonos en una de ellas.

De esta forma, la primera fase es negar nuestra nueva realidad paliando el dolor que la pérdida nos supone. En la segunda fase, el enfado y la frustración nos llevan a buscar culpables de lo sucedido. La tercera fase, negociación, sería nuestra forma de buscar soluciones o negociar un hecho que es ya imposible evitar. La cuarta etapa, depresión, es donde nuestros sentimientos están a flor de piel e incluso crearnos una crisis existencial, de la que debemos salir. Y por último, la aceptación, que sin dejar la tristeza o ciertos sentimientos a un lado, nos permite continuar nuestra vida de la mejor forma posible.

 

Algo tan sencillo como hablar de cómo nos sentimos, de nuestra pérdida, es una forma de enfrentarnos a nuestra nueva realidad. Entender nuestros sentimientos, sean tristes, de enfado, paz, o un instante de alegría o felicidad.

Cuidarnos por encima de todo. Una buena alimentación, buena compañía, dedicar un rato a aquello que nos gusta, permitirnos sentir y sobre todo, recordar que no todos los días son iguales. El cariño de las personas que nos rodean, el apoyo de esa persona especial o simplemente saber que alguien nos escucha, a veces, es más que suficiente.

 

Si algo nos han enseñado películas como “El efecto mariposa” o “Regreso al futuro”, es que por mucho que fuéramos capaces de viajar en el tiempo, nuestra historia y circunstancias son las que son.

No podemos evitar la muerte, quizá no volvamos a ese trabajo que tanto nos ha dado, o hemos dejado atrás una historia de des-amor que nos ha dejado el corazón un poco más roto; pero, en nuestras manos está que el tiempo haga su labor y nos permita ver lo positivo incluso de aquello que más nos duele.

Es el momento perfecto, para querernos un poquito más y sobre todo, de dejarnos querer y cuidar.