Siempre me ha entristecido pensar en esas personas que llevan una doble vida a causa de la presión de la sociedad. Las que se ven en la obligación de esconder una parte de sí mismos, sea lo que sea, porque no todo el mundo la encaja bien. O incluso porque puede suponer un perjuicio grave. O porque marca la línea entre ser alguien normal o ser un marginado. Qué pena más grande que haya tantas y tantas cosas en las que no hemos avanzado nada.

Para muchos no se trata ni siquiera de nada demasiado relevante. Las imposiciones de la sociedad abarcan tantos campos que a veces nos vemos ocultando a la gente verdaderas tonterías. Cosas por las que no deberíamos avergonzarnos en absoluto. Sin embargo, lo hacemos. Para que no nos tachen de frikis, para que nadie se burle de nosotros, para que nadie dude de nuestra sexualidad… en fin, las posibilidades son infinitas.

Y a veces nos marcan tan profundo que con quien más nos cuesta abrirnos es justamente con quien más nos importa.

Hablo un poco por mí… Pero más por mi novio. Porque llevábamos más de un año juntos cuando descubrí algo que se había cuidado mucho de ocultarme. Lo hizo porque tenía miedo de que le dejara por ello. No se atrevía a contármelo. Lo había hecho una vez y la chica en cuestión no lo había encajado nada bien. De hecho, fue la razón de su ruptura.

Lo peor de todo es que yo casi hago lo mismo, pues lo que me imaginé cuando encontré aquel corsé divino debajo de otras prendas de ropa en la silla de su cuarto, era que se estaba acostando con otra. Así me enteré de que mi pareja es Drag Queen, con aquel corsé que no pintaba nada y, al mismo tiempo, lo pintaba todo.

Menos mal que le dejé explicarse. Y que le escuché mientras me lo contaba todo, muerto de miedo y de vergüenza. Me habló de su pasión, del tiempo que llevaba en ello, de lo mucho que se lo curraba. También de que solo su madre, sus dos mejores amigos, aquella ex y yo estábamos al tanto. Por último, de que entendía que me planteara cosas ahora que lo sabía. Así como que veía normal que quisiera tomarme un tiempo o algo.

¿Cómo? Claro que me había hecho reflexionar. Quería saber si había hecho algún comentario o tenido alguna actitud que le hubiera hecho pensar eso de mí.

Por lo demás, eso aclaraba por qué la máquina de coser ‘de su compañera de piso’ estaba en su habitación cuando ambas tenían un tamaño similar. O por qué le saltaban anuncios de maquillaje cuando veíamos algún vídeo de YouTube en su móvil, por ejemplo.

 

No es que me considere una persona especialmente abierta, pero yo no vi el problema por ninguna parte. Es más, estoy feliz. Desde que pudo dejar de reprimirse hemos descubierto que tenemos muchas más cosas en común, como la música, el baile y hasta la moda. Creo que lo que a aquella ex le supuso un problema, a mí me ha unido más a él. Me he vuelto fan de RuPaul, Drag Race y de las galas y shows que a menudo vamos a ver juntos. Le ayudo a buscar ideas, inspiración, hasta me he apuntado a un curso de maquillaje de fantasía. Y le animo y le sigo a todos sus eventos o actuaciones. Porque es el mejor y estoy superorgullosa de él.

 

Vanessa

 

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