Calzoncillos para penecitos delicados 

Me ha bajado la regla hoy y me estoy desangrando. A rastras, después de ducharme para sentirme una persona medianamente funcional, he ido al cajón de la ropa interior para coger una braga “apta para la regla”. Si tienes la regla, imagino que sabes de lo que hablo. Y en ese momento me he dado cuenta de que tengo tropecientas mil bragas para cada ocasión: las bragas de deporte, las del día a día, las que me pongo para alguna cita, las que uso cuando estoy hinchada, las bragas sin costuras, las que tienen encaje, las de la buena suerte y, por supuesto, las de la regla.

Desde hace algún tiempo también tengo un par de bragas menstruales que, curiosamente, no uso demasiado porque me dan calor. Tengo que probar alguna qué otra marca porque las que compré se quedan siempre en el fondo del cajón. 

El caso es que al ver semejante montón de ropa, he decidido también ordenarla. He vaciado todo y me he dado cuenta de que tengo muchas bragas que merecen ya que les dé la extrema unción; lo que también significa que tengo que reponer esos huecos vacíos que, finalmente, se han quedado. Así que como no estaba yo para salir a comprar porque los ovarios estaban dando una fiesta interesante y movidita en mi interior, he ido a la caza de bragas nuevas en Internet. ¿Y sabes qué? Que no venden.

He mirado por un montón de webs y, sorpresa, no hay bragas. Lo que venden son B R A G U I T A S. Así, en diminutivo, finolis, como la mayoría de lencería que se comercializa. Y me he negado porque no me he sentido ni fina ni representada ni zen, ni alineada ni equilibrada con ninguna de esas webs. Y no sé tú, pero yo acostumbro a llamar a las cosas por lo que son. No me veo diciendo cosas como: 

– Voy a tender las braguitas. 

– Se me ha manchado la braguita de sangre. 

– Ups, se me ha metido la braguita por el culo. 

– Amigas, ¿cuántas braguitas lleváis en la maleta? 

Que igual soy yo, ¿eh? Pero no recuerdo ni a Julia Roberts en Pretty Woman decir “braguitas” cuando iba a la ópera. Lo que decía en ese doblaje era que se había meado de gusto en las bragas. Quizás hoy la traducción hubiera sido otra… 

Así que en este mundo tan políticamente correcto, ¿por qué no equilibramos la balanza hacia el otro lado? ¿Por qué no se venden “bragas”, pero sí “braguitas”? ¿Y por qué sí venden “calzoncillos”, pero no -nunca- “calzoncillitos”? ¿Será que si decimos tal insinuamos que son para penes pequeños? Ah, pero espera, que eso para nuestros coños sí es válido y muy bienvenido. Braguita sí suena delicadito y está bien, ¿no?

¿Será que se espera que seamos delicadas como una florecita, con una vaginita pequeña, bonita y que desprenda olor a rosas silvestres? Solo pregunto. Que algún experto en publicidad me ilumine, porque estoy en ascuas y, encima, sin bragas. Y no me venga ahora un lingüista diciendo que “-illo” es diminutivo de “calzón”, que no cuela. Yo por el momento me voy a esperar a tener ganas de ir al mercadillo de mi pueblo a que mi gitana de confianza me venda “bragas a un euro, cariño”, que ahí todo es más auténtico y no se habla con eufemismos.

 

Pizca de Vergüenza