Antes de nada, comenzaré diciendo lo fetén que me parece la vida esta mega sana que nos rodea everywhere. Me alegro de que cada día haya más opciones de ponerse en forma. Solo echo en falta que inventen de una vez ponerme en forma durmiendo. Ese día, me convierto. Pero como eso está lejos de pasar (aunque se avance) y la carrocería hay que mantenerla, hace unos meses me apunté a Fitboxing. Una broma que aún no he terminado de pillar. Una clase grupal más de gimansio, de esas que no sabemos por qué pero las amamos y odiamos a partes iguales. Una clase más porque sea cual sea, las clases grupales de gimnasio, todas son formas modernas de tortura al ritmo de musicote, en grupo y encerrados compartiendo ridículo y oxígeno.

Para las que no conocéis el deporte más franquiciado de la historia (o por lo menos está en el TOP 3), el fitboxing, se trata de un ejercicio a medio camino entre zumba y boxeo. Bueno, eso te hacen creer porque lo que a mí me parece es un ejercicio a caballo entre perder mi equilibrio y el ojo izquierdo de un auto-cross (un auto puñetazo derecho).

Sin embargo, no es la primera vez que me apunto a un deporte de estos, de hacer en grupo, en vergüenza común y compartida. Y tras incansables años de combinar palabras inglesas para conseguir mantenerme en forma, he descubierto lo simples que somos: las clases grupales de gimnasio, son todas iguales. Son una forma moderna y perfeccionada de tortura con música. Una tortura o dos semanales, en concreto martes y jueves a las 20.

Todos estos deportes que practicamos en masa y encierro tienen 5 elementos en común:

  • La turbimúsica: entras y suenan por los bafles a tope una movida que no sabes reconocer. Es música pero turbia, no terminan de ser canciones que conozca nadie. Mi teoría: son mezclas de discos de N’Sync y Las Kétchup al revés con una base de electrónica del Bershka. Como sea, siempre suena algo que nadie reconoce, a todo trapo y que se te mete hasta la rabadilla (la zona final del pompis ese que estás esculpiendo en tus sentadillas).
  • Los novatos: como lo fuiste tú hace no mucho, a cada clase llega una nueva horneada de gente muy dispuesta, muy avergonzada y cargada de los mismos comentarios que una vez hiciste tú, creyéndote ingeniosa. Les reconocerás porque:
    • Se inventarán sobre la marcha lesioncillas, nada trascendental solo para justificar que no aguanten levantar más de tres veces las rodillas al pecho.
    • Intentarán crear un vínculo con el todopoderoso monitor para que se apiade de ellos y no les grite grandes frases de motivación “for dummies” y, sobre todo,
    • Buscarán refugio en la mirada de los compañeros a través de un disimulado levantamiento de cejas, una media sonrisa y un rebuzno de agotamiento. No respondas: podrían ser esa clase de personas que quiere hacer amigos en el gimnasio.
  • El monitoraco: nada puede salir bien si no hay al frente de un grupo de gente variopinta, sudorosa y hasta el nabo de sus rutinas un monitoraco. O una monitoraca. Una persona vigorosa, en forma, animada y PESADISIMA. Esos monitores remotivados que te susurran al oído cómo puedes retorcer tu cuerpo cinco grados más para “tener un cuerpo de verano”(que tú por otra parte, ya tienes). Esas monitoras que chillan más los números que Mónica en aquél mítico capítulo de Friends.

Me ha quedado claro: que me anime, que me esfuerce y que no desista. Bueno, pues me regalas una agenda de Mr. Wonderful y me ahorro todo este ruido.

  • Los imposibles: esos movimientos diseñados por alguna clase de Señor de la Oscuridad para retorcernos de agujetas durante días después. Levanta la pierna, pega un puñetazo, menea la cadera y dobla la lengua en forma de U mientras sonríes y no pestañeas. Y repite. Durante dos minutos. Boom, 500 kcal menos. OK. PA-SO. Con quemar las 200 del donut del desayuno, me conformo. Thank you, next.
  • Los motivadérrimos: sí, sí, sabes de quién hablo. Los de las primeras filas. Las que no paran de hacer aspavientos (esas Kurnikovas de la vida), las que te invaden el carril; los que gritan más que Hulk o los que siguen haciendo el ejercicio mientras el resto se seca el sudorcillo chorreante de la frente. ¡Tomaos un respiro! No obstante, desde aquí, quiero daros las gracias, de verdad; muchas gracias. Hacéis que mi descoordinación, mi excesiva sudoración y mis súplicas para parar de hacer flexiones se diluyan atrayendo el foco de la atención a vuestros numeritos de esfuerzo. Gracias.

Una cosa está clara, nos hace sentirnos bien hacer deporte y si no es algo que nos plazca en exceso siempre está bien compartir el sufrimiento. Y que las clases grupales de gimnasio sean todas iguales te permite saber que vayas a donde vayas te enfrentarás a la misma situación solo que con nombres distintos.

Yo por mi parte, hasta que pille la gracia del Fitboxing, seguiré yendo al son de este temazo motivador

¿Y tú? ¿Qué combinación de body/fit/cross/boxing/pump haces? Si no haces todavía ninguna y prefieres hacer ejercicio en la intimidad de tu hogar, igual esto te ayuda :)

 

@tengoquenayque