A los 11 años me vino la regla y mi madre reaccionó diciéndome algo que nunca olvidaré: “si sales como yo las vas a pasar putas”. Como era lógico no tenía ni idea de cómo era este tema de sangrar todos los meses y lo que más me preocupaba era desangrarme viva. Unas charlitas con mi madre y mi abuela me tranquilizaron y sobre todo visitas al ginecólogo desde bien pequeña me hicieron ver que era natural  y normal. 

Cada mes era peor que el anterior; sangrados muy bestias, dolores que no me dejaban ni moverme del sofá, migrañas, ganas de vomitar… Mi madre que siempre ha sufrido unos dolores horribles no creyó conveniente normalizar este tema y en una de las visitas a urgencias (cada dos o tres reglas tenía que ir para que me pincharan en el culo y se me pasara un poco el dolor) habló con el médico y con sus huevazos bien puestos el señor le dijo que tenía el umbral del dolor muy bajo, que por mucho que me doliera todo era soportable y aguantable. 

Pasan los años y estos dolores empiezan a tener nombre: dismenorrea intensa. ¿Intensa? Intensa soy yo con los dramas pero ese dolor no era intenso, era mortal. Sigo soportando durante años y cada mes la ‘bendición de ser mujer’ hasta tal punto que tenía reglas en las que estaba todo el día en el baño vomitando o retorcida en la bañera del dolor. Pero claro es que era yo, que era muy sensible al dolor según que especialistas. 

Como tenía antecedentes familiares de quistes en útero y ovarios, todos los años tenía mi visita fija al ginecólogo que siempre me recomendaba las hormonas. Puede que haya probado unas 12 o 15 marcas y laboratorios diferentes de pastillas, cada una con una cantidad de estrógenos y progestina diferentes y todas me sentaban fatal. Mi humor era insoportable; de repente estaba riendo a morir como empezaba a llorar sin parar, engordé muchos kilos, las migrañas iban a peor, en definitiva todo mal. Después de estar años con pastillas anticonceptivas decidí dejarlas y optar por el CBD. Bendición pero tampoco remedio completo. 

Hace dos años en una de mis consultas con el ginecólogo (el más borde pero el más acertado) vio en una ecografía que tenía dos quistes, uno en cada ovario y además un posible indicio de síndrome de Asherman.

Me comentó que los quistes posiblemente estuvieran relacionados con una posible endometriosis y que no entendía teniendo el historial que tengo que no me lo hubieran diagnosticado antes. Uno de los quistes ya tenía más de 4 cm y que años atrás también se tenía que haber visto en alguna de las pruebas que me hacían cada año. Pues no. El otro quiste sólo medía milímetros pero corría la misma suerte que el otro, crecer.

Este año por fin me han diagnosticado endometriosis. Digo por fin porque uno de los médicos me dijo que “es una enfermedad de ahora” ¿perdona? ¿de ahora? ¿Años y años de dolor que los médicos solventaban diciendo que tenía el umbral del dolor bajo y ahora viene un señor a decirme que es una enfermedad de ahora? Por no mencionar la manera más cruel posible que tuvo el médico de decirme que mi fertilidad posiblemente se vería reducida o que había mujeres que si no se operaban no podrían quedarse embarazadas. 

Solución: antiinflamatorios y hormonas, pero como me he vuelto una hater de las hormonas estoy en espera de una valoración para poder operarme, una solución a mis dolores que podía haber descubierto bastante antes. 

No dejéis que os digan que algo es normal si no lo consideráis así, esto no va de umbrales de dolor. 

Sandra Regidor