No soy la madre perfecta.

Estoy a años luz de serlo.

Pero es que tampoco soy la hija perfecta, ni la hermana perfecta, ni la esposa perfecta, ni la amiga perfecta, ni la empleada perfecta.

Entonces ¿por qué siento esta presión por no alcanzar la perfección en la maternidad?

Si he podido vivir siendo imperfecta en todas mis otras facetas ¿de dónde me viene esa autoexigencia tan difícil de satisfacer?

No me supone ningún problema asentarme en la mediocridad en cualquier otro aspecto. Sin embargo, ay, una parte de mí anhela alcanzar el ideal de madre que se ha impuesto.

Lo cual, por otra parte, me lleva a la siguiente cuestión:

¿Cómo es la Madre Perfecta?

Ni siquiera tengo claro cuáles son los requisitos exigidos para ser considerada una madre perfecta.

¿Es perfecta la madre que no grita? ¿La que siempre les da a sus hijos comida rica y saludable? ¿La que hace manualidades con sus hijos en lugar de dejarles ver la tele? ¿Tal vez la que tiene una paciencia infinita? ¿Energía ilimitada? ¿Absoluta devoción?

No soy la madre perfecta, es lo que hay
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¿Sí? ¿Es eso?

Puede ser, no tengo ni la menor idea.

Qué triste haber desperdiciado tanto tiempo y salud mental persiguiendo una meta que jamás podré alcanzar. Básicamente porque es complicado llegar a un sitio cuando no sabes a dónde se supone que vas.

De modo que he asumido que no, no soy la madre perfecta, es lo que hay.

Soy cariñosa, aunque reconozco que no todo el rato.

Puedo ser paciente y comprensiva, aunque debo admitir que a veces me patina el autocontrol.

Quiero estar siempre disponible y dispuesta, aunque, más a menudo de lo que quisiera confesar, me puede el cansancio o la pereza.

Intento tener la colada al día, la casa limpia, la nevera llena y un menú saludable y elaborado encima de la mesa. Pero lo cierto es que se me suelen acumular las lavadoras, que la bayeta del polvo sale a pasear más bien poco, que lo que más hay en la nevera son yogures y que una vez a la semana en mi casa se fríen unos nuggets precocinados.

No soy la madre perfecta, es lo que hay
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Y, pese a que no dejo de intentar hacerlo cada día mejor, reconozco que he llegado a un punto en el que me da igual.

Lo hago lo mejor que puedo, y ya.

Porque soy mejorable en muchas cuestiones, sin embargo, también hay otras en las que seguro que destaco sobre la media.

Como todas.

Todas tenemos nuestros defectos, así como también tenemos nuestras virtudes.

Lo importante es que amamos a nuestros hijos y les damos nuestra mejor versión.

Casi todo el tiempo…

No soy la madre perfecta, es lo que hay.

Pero creo que lo que hay es más que suficiente y voy a dejar de exigirme ser lo que no soy.

 

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