Cómo ser dependienta (y no morir en el intento)

Trabajar cara al público, sea la profesión que sea, resulta complicado por no decir otra cosa. Las personas, por norma general, somos seres un poco egocéntricos y maniáticos, y no siempre tenemos un buen día. Hace un par de años, rebotada de mi profesión y sin muchas opciones empecé a currar de dependienta. Algo que a simple vista, parece resultar muy fácil, pero que es una profesión muy completa. No solamente tienes que saber atender a las necesidades del cliente, sino que también debes tener habilidades comunicativas, matemáticas, empáticas, sanitarias, y seguramente me deje algunas.

Yo empecé siendo una novatilla, y como tal, metí bastantes veces la pata y provoqué frecuentes risas a mis compis más veteranas. Pero, como todo en la vida vas cogiendo aprendizaje y te vas convirtiendo en alguien más experimentado. Bueno, no siempre, sin embargo en mi caso sí. A continuación, os dejo algunos consejos que he ido recopilando a lo largo de mi estancia en tienda y que creo que pueden servir.

  • Cuanto más borde sea el cliente, intenta ser tú más amable

Hay gente que en vez de hablar parece que ladra. Todo lo piden con exigencias, con ese consabido “niña, ven” o “¿tú trabajas aquí?, porque mira…” Y la paciencia interior, no siempre surte efecto. Yo pecaba de contestarles bordes, y entrabamos en un bucle infinito de malas maneras. Hasta que un día probé a responder el borderío y chulería de una prepotente clienta, con una sonrisa amable y una respuesta cordial. Ella, al instante rebajó su tono (eso no sucede siempre), pero lo que si sucede es esa mirada de confusión y esa eufórica sensación interior de: a mí no me arruinas el día. Es la técnica: jódete, guap@ que soy más guay.

  • El sí, no o el no, sí; o el sí, sí y el no, no combinado

Muchas veces los clientes te cuentan sus cosas, algo que no te interesa o simplemente no les entiendes. Yo he desarrollado la técnica de responder: sí, no o no, sí; según se tercie. Si veo que pone cara de póker repito: sí, sí o no, no dependiendo un poco de su actitud. Al reiterar el afirmativo y combinarlo con el negativo, les genera confusión, pero ya no indagan más. Yo la llamo técnica disuasoria. 

  • Aprovecharse de la mascarilla

Llevar mascarilla en el curro se ha convertido en algo obligatorio, pero hay que sacarle el mayor partido posible. Con el uso de la mascarilla, los clientes no perciben tus sonrisas falsas o si les sacas la lengua, sobre todo si mantienes una mirada neutra. Probadlo, te quedas a gustirrinín. Es la técnica máscara facial. 

  • Entender la dinámica de equipo 

Trabajar en tienda, frecuentemente implica tener a un equipo detrás. Acostumbrada a ir a mi bola, currar en equipo y sus entresijos se me escapaba. Debes observar a tu equipo, aprender el juego de roles, y cuál es el tuyo. También tener en cuenta cuál quieres ocupar y ahí ir viendo. El equipo de tienda es lo más importante y nunca, jamás debes subestimar su impacto. 

  • Ser dependienta no es sólo atender. Es también reponer, limpiar, hacer cálculos, montar y planear, entre otras cosas. 

Ser dependienta es un trabajo completo, que como he dicho requiere de muchas habilidades. Es frecuente ver que en tiendas, según el sector, la dependienta hace múltiples funciones desde cobrar en caja, atender, como también limpiar, ordenar, reponer en almacén y tienda, hacer de guardia de seguridad, personal de guardería, fotógrafa, auxiliar de enfermería, y muchas otras profesiones. Será por eso que cada vez piden más experiencia y estudios. 

  • El cliente no siempre tiene la razón

Me enerva la frase de dar siempre la razón. A veces el cliente se equivoca, y no por ser quien paga tiene derecho a hacer lo que le salga del higo. Está bien corregir al cliente, enseñarle su error y modificarlo. Está bien ayudarlo si es amable y se presta. Está bien no ceder si está equivocado, porque si las cosas deben hacerse de una manera, debe ser así. 

  • Aprender a desconectar (aplicable a todos los trabajo)

El nuestro es un curro completo. No siempre es fácil encontrar hueco para desconectar después de esas jornadas laborales agotadoras, de abrir festivos y de esos sábados que todo el mundo quiere aprovechar. Encontrar un pasatiempo favorito, ver una buena película, pillarte una cogorza con amigas o echar un polvete. Todo es válido si te permite olvidarte del curro. 

En fin, que cada una tiene su background y su historia. Seguramente sea interesante compartir nuestras experiencias y aprender de todos. Aunque eso, hoy en día, sea peligroso.

 

Ainhoa Jiménez