COÑOCIMIENTO: PRÓSTATA, LUBRICACIÓN Y EYACULACIÓN FEMENINA
Las mujeres también tenemos próstata. ¿Lo sabías?
Si las mujeres también tenemos próstata, que es una de las pocas cosas en las que se cimientan las diferencias biológicas entre hombres y mujeres, ¿Cómo podrían seguir justificando la opresión? Vamos, que no interesaba estudiarlo. A lo largo de los años la existencia de la próstata femenina ha sido una lucha constante por su estudio y reconocimiento posterior.
Según Hipócrates en el siglo IV aC hablaba del “semen femenino” y de la próstata femenina, lo que a día de hoy conocemos como “glándulas de Skene” o glándulas uretrales.
En 1672, Reginer de Graaf propuso también la existencia de una próstata femenina. En esta ocasión, el patriarcado y la sociedad católica ejercían una división entre lo que “servía para reproducirse” y lo que no. Por lo tanto, todo lo investigado por este señor se fue a tomar por saco. Le hicieron la vida imposible y dejó de lado dicha investigación.
A finales del siglo XX, finalmente se confirmó que nosotras también tenemos próstata y gracias a ésta, eyaculamos. Sí, chicas, eyaculamos. Vamos, lo que expulsamos, a veces, cuando nos corremos. La excusa que se ha utilizado para no llamar eyaculación a nuestro líquido expulsado por nuestras próstatas, las ya comentadas glándulas de Skene, y que lo confundamos con la orina es que no contiene espermatozoides. ¿Y si os dijera que el líquido que segrega la próstata de los hombres tampoco los contiene?
La próstata masculina segrega un líquido formado por calcio y ácido nítrico, entre otros. Este líquido es el medio que los transporta, no el que los crea, y junto a los espermatozoides que se forman en los testículos, se formará el semen. Así que ¡chorprecha!
Como os decía, las glándulas de la eyaculación (o de Skene) también llamadas glándulas parauretrales o próstata femenina, están a ambos lados de nuestro orificio uretral. Liberan un fluido durante la eyaculación. A través de una técnica adecuada de fuerza y presión se puede llegar a eyacular.
No sé si alguna vez os ha pasado tener ganas de mear cuando estáis a punto de correros o estáis muy cachondas. Pues bien, este fenómeno no es aislado y tiene explicación. Cuando la próstata o glándulas de la eyaculación están dilatadas presionan la uretra y se genera esta sensación. Por eso creemos sentir ganas de orinar en el momento. Pero claro, si nadie nunca nos ha enseñado y asociado esta sensación a ese momento, ¿Cómo vamos a saber qué es eyaculación y qué es pis?
Si tu duda es que no sabes si eyaculas o te estás meando, intenta siempre hacer pipi antes de ponerte al lío. Sí, lo sé, es poco sexy y muy meditado. No siempre vas a tener esta opción, pero es una manera de empezar a trabajas esa sensación. Si has orinado hace poco, el cuerpo no tiene tiempo de crear más pis, así que te podrás dejar llevar con más facilidad sabiendo que eso que se viene no va a ser un chorrete amarillo, sino de felicidad chochil.
Otro trucazo es tomar remolacha. La remolacha tiñe la orina así que come unas horas antes, y oye, a ver qué pasa.
Por otro lado, las glándulas de la lubricación (o de Bartolino) se encuentran a ambos lados de la abertura vaginal. Son las encargadas de liberar unos fluidos que lubrican el interior de la vagina. Por eso, es tan importante lavarse las manos tanto si nos masturbamos como si alguien nos masturba, ya que estas glándulas se pueden infectar y alcanzar incluso la dimensión de una pelota de pimpón. Además, otro dato importante es que si este fluido que generamos cuando estamos excitadas sale de los laterales de los labios, cerca de la vagina, el meter un dedito creyendo que así vamos a repartir la lubricación estamos haciéndolo al revés. Siempre de fuera para dentro. La lubricación se genera en el exterior.
Y, ojo, si no lubricamos puede haber dos motivos: el primero es que puede que tengamos algún tipo de disfunción en la glándula y es tan fácil como comprarnos un lubricante (recordad, siempre de base acuosa para evitar posibles infecciones) y, la segunda, es que no estamos cachondas. Si no lo estamos, no tenemos por qué seguir. Eso ya queda a decisión de cada una.
Imagen de ginecología Doctoras Pérez
El famoso punto G, o punto Gräfenberg, fue descubierto en los 40 y por casualidad. En 1982 empezó el auge en la investigación como estrategia de distracción ante el clítoris, nuestro gran aliado y el único órgano del cuerpo humano, tanto del hombre como de la mujer, encargado única y exclusivamente del placer sexual.
Por tanto, y con toda esta información, se confirma que la eyaculación no es implícita en el orgasmo y viceversa:
podemos tener un orgasmo sin eyacular y eyacular sin tener un orgasmo, ya que la eyaculación es una reacción fisiológica.
Ahora que tenéis toda esta información, espero que podáis utilizarla para mejorar vuestra sexualidad y conoceros un poquito mejor. Y, recordad: ¡HACED LO QUE OS SALGA DEL COÑO!
GRIS