Cosas que me ponían de mis ex y que ahora no me explico

 

Cuando era pequeña mi madre siempre me decía que según nos vamos haciendo mayores, nuestros gustos van cambiando. Y yo me pasé toda la infancia respondiéndole que jamás dejaría de escuchar a las Spice en bucle y que jamás de los jamases me iba a gustar el pimiento.

Pues bien, sigo amando a las Spice Girls, pero la verdad es que las escucho muy de cuando en cuando y por casualidad; le echo pimiento a la mitad de mis platos y hace mucho que entendí que mi madre tenía razón.

Los gustos cambian con la edad.

Es eso o que alguien me diga el porqué de estas cosas que me ponían de mis ex y que ahora no me explico:

  1. El rollo de follador vividor. Ese chico se me había metido entre ceja y ceja desde el momento en que lo vi. Era uno de esos que exudan sexo por los cuatro costados. De los que se ve a la legua que repelen el compromiso. Y a mí me gustaba, me ponía el rollito que se traía. Y como los tíos como él nos deben de oler como los perros huelen el miedo, vino a por mí. No puedo decir que tuviésemos una relación porque él me había dejado claro que era un alma libre, pero digamos que estuve a su disposición exclusiva durante meses. Y es que al principio me encantaba estar con aquel fucker irresistible. Ahora me acuerdo y me siento gilipollas. ¡¿En qué momento le ganó el coño al cerebro?! Nunca más.
  1. La erótica del padre de familia. No estoy orgullosa de haberme implicado en esta relación, vaya por delante. Él estaba casado, bueno, estaba a punto de separarse… El tío me había tirado la caña de una forma tan sutil que a mí me parecía lo contrario, que se estaba conteniendo. A mí me gustaba muchísimo y lo que más me ponía de él era lo centrado que estaba en los suyos. Adoraba a sus hijos y se le hacía muy cuesta arriba romper la familia que tanto les había costado formar. No comprendo cómo no me di cuenta de que no tenía la más mínima intención de hacerlo. Ni por qué me gustaba tanto de él justamente lo que hacía que lo nuestro no estuviese bien. Ahora veo un casado y se me cierra el chichi.

  1. El misticismo del espiritual. Salir con este chico era como salir con el Dalai Lama. Era un tipo tranquilo, nada le sacaba de sus casillas, sabía de casi todo y siempre tenía un consejo o una reflexión interesante en la boca. Vivía el sexo del mismo modo que todo lo demás, desde una perspectiva mística y espiritual que a mí me provocaba mogollón de curiosidad. Hasta que se me pasó la novedad y me di cuenta de que muy místico, muy espiritual, muy profundo y todo lo que quieras, pero el hombre era un pedante sin más ni más. Pasó de volverme loca a convertir mi libido en un glaciar en menos de lo que le llevó explicarme los fundamentos básicos del budismo.

Cosas que me ponían de mis ex y que ahora no me explico

  1. El erotismo del morritos. Este tenía una boca superbonita, y lo sabía. Usaba gloss, no os digo más. Uno muy discreto, con un efecto subliminal que hacía que no pudieras mirarle a la cara como dios manda. Yo lo intentaba, pero es que aquellos morritos me volvían loca. Tan frunciditos, tan sexis, tan jugosos, tan comestibles, tan los quiero por todo mi cuerpo. A las dos semanas de catarlos no sé qué me pasó que empecé a verlos de otra forma. Eran unos labios muy monos, sí. Lo que pasa es que el dueño dejaba mucho que desear. Y donde antes veía gestos sugerentes, empecé a ver poses tan estúpidas como estudiadas. Supongo que seguirá funcionándole el truco con otras pobres incautas, pero a mí sus morritos ya me dan más risa que otra cosa.

Cosas que me ponían de mis ex y que ahora no me explico

 

  1. La promesa del guarrete. ¿Sabéis esos chicos desaliñados, de estética grunge, que parece que llevan un par de días sin ducharse? Este tenía un rollo así como muy Kurt Cobain que me ponía a mil. Pero no me duró mucho, la verdad. Porque la mejor forma de conseguir el look era la más obvia. Y el chaval tenía un problema de higiene real. ¿Por qué me ponía la idea de que fuera un guarrete si luego me repelía precisamente por lo mismo? No lo sé y no me quedaron ganas de repetir para averiguarlo.

Cosas que me ponían de mis ex y que ahora no me explico

  1. El glamour del famosillo. Me avergüenza un poco admitir que lo primero que me gustó de este ex fue que era una especie de celebridad de marca blanca. Era un jugador del equipo de mi ciudad, uno que ni siquiera jugaba en primera. En aquel momento estaban en segunda o segunda B o como se llame. Creo, no me acuerdo porque nunca he sido muy futbolera. Bueno, mientras estuve con él un poco sí que fui. Total, he de reconocer que lo que me ponía de él era eso de que le dejaran pasar en todos los garitos, de que se hiciera un corrillo a su alrededor en todas partes. Que nos miraran. Que me llevara a sitios que no solía frecuentar y en los que nos recibían aparcacoches uniformados que se llevaban su Porsche de segunda mano. ¿Se puede ser más superficial? Qué asco me doy.

 

¿Cómo podían ponerme estas cosas de mis ex?

No lo entiendo.

 

La chica que no entiende nada

 

 

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