Hace unos cuantos años que me fui del pueblo dónde siempre he vivido para irme a estudiar a una ciudad, a la que siempre quise marcharme a vivir. Había conseguido entrar en la carrera que me apetecía estudiar y eso significaba irme y empezar a vivir sola en una ciudad en la que no conocía a nadie.


La verdad es que no se me dio nada mal eso de hacer amigos y conocí mucha gente especial. Cuando estaba haciendo la que fue mi primera carrera universitaria, conocí a un montón de gente interesante, alguna fue dejando la carrera, otra hizo amistades por otro lado.. pero aún mantengo contacto con mucha de la gente que me encontré en esa facultad.


El caso es que cuando estaba en mi tercer curso fui a otra facultad a hacer una asignatura que necesitaba para cubrir los créditos de libre configuración. Allí me enamoré de la propia facultad, de la asignatura y de muchos de sus profesores. Ahí descubrí que podía cumplir mi sueño y compaginarlo con el que ya estaba haciendo. Así que ni corta ni perezosa me decidí a pedir la simultaneidad de estudios que era necesaria entonces para poder cursar las dos al mismo tiempo y en cuanto me lo concedieron me vi haciendo números y cábalas para poder asistir a las asignaturas que tenía en dos facultades diferentes, con horarios infernales y trabajando por las noches.
No era viable. Tenía que buscar una solución . Decidí que primero haría los 2 años que me faltaban de mi segunda carrera y cuando acabase volvería a terminar la que había empezado primero.


Y así lo hice. En 2 años terminé y volví a mi primera facultad, pero con la diferencia de que ya no conocía a nadie. Todos habían terminado o estaban ya con las últimas asignaturas y yo regresaba a asignaturas de 3 curso mezcladas con el 4…¡vamos! Vuelta a empezar.


El primer día ya tenía algo de lío con las aulas y me fui a mi primera clase. Cuando llegué apenas había gente pero dentro había una chica morena con una melena larguísima sentada en la esquina de la segunda fila. Parecía que estuviese preparada para salir corriendo. Me senté justo detrás de ella…seguramente pensando en que si me había equivocado era más fácil marcharme sin que nadie se diese cuenta. Al rato llego el profesor, asignatura correcta, ¡menos mal! Tenía tanto cacao de asignaturas que pensé…¡genial! Cuando tenga esta clase con ver si está la chica de la melena morena lo tengo arreglado. No sabía ni su nombre pero aquella melena era inconfundible.


En cuanto terminó la clase me fui directa al baño, tenía un rato libre antes de la siguiente asignatura. La chica morena se acercó a mi y me dijo algo aunque no recuerdo muy bien lo qué. Lo que sé es que al minuto me había acompañado al baño, me había contado que se iba a comer con su madre porque era su cumpleaños y 800 cosas más que os juro que no soy capaz de recordar. Solo podía pensar: ¡¡joooder!! ¡Qué tía! ¡Siempre se me acercan las locas!


A partir de ese día se acercaba a mi y charlábamos un poco antes de empezar las clases, con algo de recelo reconozco que a la semana ya la veía con otros ojos, era una tía divertida, interesante, empezó a darme muy buenas sensaciones, me contó que cantaba, que llevaba saliendo unos meses con un tío, que estaba muy feliz…no sé cómo aquella tía loca que conocí el primer día empezaba a ser mi confidente, tenía mal a mi padre y ella estuvo a mi lado en todo el proceso de pérdida, supo cómo levantarme el ánimo en días que no podría hacer otra cosa más que llorar, se ganó mi corazón sin darme cuenta.


A día de hoy, a punto de cumplir 12 años de amistad, después de habernos apoyado en las situaciones más dolorosas, de haber cerrado karaokes, de perdernos en un monte, de haber brindado con el fin de nuestras carreras universitarias, ser mi dama de honor en la boda más bonita que he tenido, haber podido ser yo quién uniese para siempre su relación de 11 años, después de dos bebés maravillosos que nos llaman madrina en ambos sentidos y de no sé cuántas aventuras más que nos quedan por vivir…después de todo eso, esa loca se ha convertido en mi hermana, forma parte de mi familia y yo de la suya y tenemos un vínculo tan grande que sé que no me equivoqué cuando decidí seguir aquella melena morena y brillante.

Kerasi