Cuando tu marido no se convierte en el padre que esperabas

 

He leído muchas veces aquí testimonios de mujeres que reconocen que eran mucho mejores madres antes de serlo que una vez que tuvieron hijos. Es una verdad como un templo y algo que creo que nos pasa a todos. Reconozco sin ninguna vergüenza que yo era mucho mejor madre antes de serlo, no pasa nada. Mi problema es que mi marido también era un padre diferente antes de que nacieran nuestros niños. Lo cual no tendría que haber supuesto ningún inconveniente, pero lo fue. Porque, en principio, y tal como me pasó con mi maternidad, sería cuestión tan solo de reajustar mis expectativas y aceptar la realidad. Sin embargo, lo que ocurrió no fue solo que fuera mejor padre mientras no lo era, sino que se convirtió en uno radicalmente opuesto al que imaginaba.

Cuando tu marido no se convierte en el padre que esperabas
Foto de Pavel Danilyuk en Pexels

Fue como si todos esos años haciendo planes y hablando de cómo íbamos a criar a nuestros futuros hijos fuesen una gran mentira. Como si él se hubiera limitado a darme la razón como a los locos, como si en aquel momento le hubiera dado igual ocho que ochenta.

No pude ni atisbar qué tipo de padre era mi marido hasta que nos vimos inmersos de lleno en la crianza de nuestro hijo. Y la sorpresa con la que me encontré fue cualquier cosa menos agradable. Es que ni siquiera tuve que esperar demasiado para verlo, me llevé la primera en la frente cuando nuestro hijo era solo un bebé. Tenía cuatro meses cuando me propuso aplicar el método Estivill para crear una rutina adecuada de sueño. No pretendo ir de nada ni aleccionar a nadie, pero a mí no me gusta. Y supuestamente a él tampoco, solo que… ¿ya no lo recordaba?

 

Cuando tu marido no se convierte en el padre que esperabas

 

Por lo visto había cambiado de idea. El sueño acumulado podía más que sus principios en cuanto a la crianza. Cosa que yo llevaba muy mal, porque no se quedó solo en todo lo que discutimos sobre el Estivill-sí o Estivill-no. Conforme pasaban las semanas y los meses, me fui dando cuenta de que mi marido no era tan paciente como pensaba. Al contrario, en lo concerniente al niño tenía la mecha muy muy corta.

Se enfadaba con él, siendo apenas un bebé de teta. Yo no entendía cómo podía ponerse así, daba la sensación de que pensaba que lloraba a propósito para cabrearle. O que escupía la fruta o tiraba la cuchara continuamente al suelo con la única intención de molestarle. Se volvía loco con todo. Y, lo peor, le gritaba muchísimo al niño. No tenía ninguna paciencia con él, cero. No jugaba con él, no le dedicaba ni un minuto más de lo necesario.

Cuando tu marido no se convierte en el padre que esperabas
Foto de Pavel Danilyuk en Pexels

Visto así puede parecer una serie de tonterías que debería haber transigido sin más. Pero eran muchas más cosas y yo lo llevaba fatal. Intenté hablar con él, llegar a acuerdos. Ceder en algunas cosas mientras él cedía en otras para alcanzar una crianza mixta entre mis preferencias y las suyas. No tuve ningún éxito.

 

Cuando tu marido no se convierte en el padre que esperabas

 

Y eso, a la larga, acabó con nuestra relación. Así que ahora me toca lidiar con su forma de criar y educar a nuestro hijo desde la distancia, pero solo en vacaciones y durante los dos fines de semana que pasa con él al mes.

 

Marta

 

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