A ver, señor mío, dios santo rey del universo, padre del cielo y de la tierra, querido god, ¿¡QUÉ MAS NECESITA ESE SEÑOR PARA DARSE CUENTA DE QUE SOY LA MUJER DE SU VIDA?!

Es que es así, es real, fuera de cuentos Disney, fuera de historias de película y de novelas, estamos hechos el uno para el otro, we are ment to be. En serio, de todo corazón, tú nos ves juntos y lo único que se te pasa por la cabeza es: ‘por favor, hacednos un favor y traed un niño al mundo’.

Somos amigos de siempre, desde que nos conocemos, desde que nuestras vidas se cruzaron. El problema es que nos malinterpretamos y nos metimos de lleno en la friendzone, de la manita, juntitos. No sé ya cuántas veces hemos tenido la conversación de ‘¿y si desde el principio nos hubiéramos tirado la caña?’. Pues probablemente casados a estas alturas, ya os lo digo yo.

Hemos vivido de todo, hemos pasado de todo. Ha estado junto a mí en la peor época de mi vida, él, solo él; diría que apoyándome, pero mentiría, no era mi apoyo, porque yo no tenía fuerzas ni para apoyarme, me llevaba en peso, con lo que yo peso, física y emocionalmente hablando, porque madre mía, no sé si soy más gorda de cuerpo o de sesera, qué cabeza señor mío.

Pero luego es que también ha estado conmigo en el año más espectacular de mi vida, nos fuimos los dos a vivir durante un curso de la universidad al extranjero, ay, qué años aquellos… Qué lejanos los veo ahora. Nos tiramos a media universidad, de hecho casi que estuvimos a punto de hacernos un trío con una americana loca que nos traía por el camino de la mala vida, pero no, éramos amigos, los amigos no hacen esas cosas. Equisdé.

Que sí, que es que no estoy loca, que cada vez que salimos de fiesta nos entran ganas de liarnos, pero no, qué va, tenemos una frontera ahí mazo de chunga que no nos permite hacerlo. Es como que el ser amigos nos ha contaminado tantísimo que ay, no sé, como que da cosa, pero sin embargo, los dos tenemos clarísimo que envejeceremos juntos en mi pueblo, donde yo seré alcaldesa y él leerá el periódico por las mañanas en la plaza esperándome a que salga para que desayunemos juntos.

No sé cuántos intentos de novios llevamos por separado, pero además como que con respeto, no nos molesta que el otro intente encontrar el amor o lo encuentre, nos alegramos mazo por el otro, nos da gustito vernos intentar ser felices una y otra vez, aunque al final sepamos que estamos destinados. Pero no sé, a este ritmo real que nos juntamos después de la jubilación, porque vamos.

No queridas, no me digáis que dé el paso porque no es tan fácil, no por el hecho de llegar y plantarle un morreo, que el señor ha intentado besar mis labios de delito divino ya no sé en cuántas ocasiones, (mi favorita fue en Munich, los dos en el Oktober Fest, rodeados de alemanes borrachos, él con el pedo de su santa vida, me agarró del cuello y me dijo eso de ‘ay tronca, que nos vamos a casar algún día’ y a continuación he tried to kiss me, pero yo me aparté y le dije que no, que cómo iba a ser así nuestro primer beso). En realidad no le besé porque me puse toda nerviosa.

Es como que nunca damos el paso porque sabemos que es el paso definitivo, ¿sabéis de lo que hablo? Es que nadie sabe nunca de qué hablo, porque jo, es que es complicado. Los dos sabemos que si alguna vez lo intentamos ya no habrá marcha atrás nunca y ahora nuestra relación es TAN cómoda que yo qué sé. Que sí, que si a mí se me planta delante y me dice que hasta aquí, que ya es nuestra hora, pues yo lo dejo todo y me voy a Mozambique con él si es necesario, pero es como que a la vez no quiero que lo haga porque yo qué sé, es él sabéis. Ay, qué mal todo.

Pero qué bien a la vez, porque madre mía, tenemos una relación tan maravillosa que yo qué sé. Es que es tal cual, él es Chandler y yo soy Mónica, la movida es que cada uno llevamos unas siete Janices en nuestra existencia. Pero sin mal rollo, en plan guay, estamos viviendo lo que creemos que nos toca vivir y los dos esperamos a que llegue el momento de que finalmente pase, ¿pero sabremos cuándo es? No se sabe, no contesta.

¿¡Cuántas Janices quedarán?! Y si al final él encuentra a alguien o yo encuentro a alguien, qué movida eh, se me trastoca todo el futuro. ¿A alguien os pasa? ¿Alguien tiene en su grupo de amigos a un amigo que resulta ser de los más importantes con el cual tienes una relación extraña, porque sois más que amigos, pero menos que novios? Que hacéis el amago de que sí, pero al final es no, porque os entra en canguelo.

Bueno, yo tengo toda mi fe puesta en que se case alguien de nuestro grupo de amigos y la noche del banquete…

No sé, lo hemos hablado tantas veces… Oye, Leo, si lees esto soy yo, elige tú cuándo dar el paso porque yo no sé, pero avísame con tiempo para que me prepare.

Te adoro.

 

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