Me llamo Claudia, tengo 35 años y llevo con mi pareja desde los 15.

Más de media vida con el chico al que di mi primer beso y mi primer «insertar lo que sea aquí», por eso me sentí super identificada con el post de una chica que llevaba en la misma relación desde niña.

Al igual que la protagonista de aquella historia, toda mi experiencia amorosa y sexual se reduce a una sola persona. Y, aunque no creo que sea mejor ni peor estar toda la vida con un solo chico o con tres mil quinientos, a mí me encanta haber compartido y seguir compartiendo mi recorrido vital con mi primer y único compañero hasta la fecha.

Ahora bien, ha habido momentos en los que he pensado que es el resto de la sociedad quien no lo ve normal. Y en alguna que otra ocasión me han hecho pensar y hasta, no sé cómo decirlo… ¿dudar?

No creo que os hagáis una idea de cuántas veces me han preguntado si no me arrepentía de no haber visto nunca otro rabo.

¿¿¿En serio???

Error. He visto docenas de penes.

Tengo tele e internet.

Debo reconocer que no he tocado ni tenido otro dentro, eso sí. Pero ¿por qué despierta tanta preocupación ese tema?

Imagino que lo que les desconcierta es que no pueda comparar y me mantenga en una relación sin saber si estoy realmente satisfecha en lo que al sexo se refiere.

Es cierto que no sé cómo será besar a otro ni mucho menos lo que será acostarme con otro. De hecho, ahí está el quid de la cuestión: seguimos juntos porque no hemos necesitado estar con otras personas. Porque no nos han atraído, no nos ha interesado… llámalo X.

Vaya por delante que no nos hemos planteado nunca abrir la relación ni incorporar a terceros a nuestra vida sexual. No sé, quizá sea porque estamos satisfechos el uno con el otro y por eso no se me ha ocurrido que tal vez debería salir de mi polla de confort e ir haciendo una cata o algo. ¿Puede ser?

Y aunque estoy muy segura de que no tengo necesidad, los años de preguntas, suspicacia y recelo que he sentido a través de las dudas de otros, a veces consiguen hacer mella en mí.

Me pillan con la autoestima de bajona o en una temporada en la que estamos más flojos — que querer nos queremos muchísimo, pero también tenemos altibajos, como todo el mundo — y me planteo cosas.

 

¿Dejarlo? No. Hasta ahora eso no ha ocurrido nunca.

¿Tener un affaire? Nada, tampoco.

 

Es mucho peor porque el escenario que me planteo de cuando en cuando es el de que mi chico me deje. O el de que se nos acabe el amor de tanto usarlo.

Me imagino soltera y… me da pavor.

Que una lleva desde niña en pareja y no sabe lo que es estar sola.

A ver, no me refiero a lo que viene siendo ser un adulto funcional sin pareja. Estoy bastante segura de que tengo la capacidad de seguir viviendo sin un hombre a mi lado. No es eso lo que me perturba.

Me refiero a que, si rompemos, posiblemente en algún momento me apetecerá conocer a alguien, enamorarme o simplemente desear tener relaciones sexuales con otro ser humano.

Y eso es lo que más me agobia porque… ¿Cómo se hacía? ¿Cómo va lo del cortejo en la actualidad? Y Tinder… ¿Se parece al MSN?

Tendría que toparme con mi hada madrina y pedirle que me busque un maromo disponible e interesado porque si tengo que encontrarlo por mis propios medios, estoy perdida.

La última vez que coqueteé con alguien llevaba brackets y la mochila del colegio colgando solo de un hombro.

Sí, vivo en el mundo, tengo amigos y me cuentan sus cosillas. Pero todos mis conocimientos sobre las relaciones romántico-amorosas del Homo Sapiens tienen sus cimientos en las vivencias de las personas de mi entorno y en los contenidos de Netflix y HBO. Que no sé yo cuáles son más surrealistas, las cosas como son.

Y otro tema.

En el hipotético caso de que mi relación actual se rompa, que yo me tome un tiempo de duelo por determinar, salga airosa, sienta picorcillo, me apetezca que me ayuden a rascarme, y encuentre con quién hacerlo… ¿Cómo coño lo hago?

Señores y señoras, que llevo toda la vida chuscando con alguien que, literalmente, me ha visto crecer — a lo largo y a lo ancho bastante también — y ante quien no caben la vergüenza y los complejos.

Sin embargo, toda esa seguridad y empoderamiento que puedo lucir con mi chico, no serían más que un recuerdo si de pronto me veo en actitud retozona con un desconocido.

Es que intento ponerme en tesitura y lo único que siento es cohibición y temor al rechazo. ¡Y eso solo recreándolo en mi imaginación!

Ya me veo diciéndole a un posible ligue: ‘Eh, eh, la manito relajáh, chaval. Vale que me has invitado a una copa y que nos hemos salido a morrear a un portal, pero yo necesito ir más despacio. Calculo que en ocho o nueve años podremos hacerlo en mi cuarto con las luces apagadas y sin demasiada improvisación. Uy, ¿a dónde vas? ¿Por qué corres tanto?’.

Madre mía.

Si se llega a dar el caso lo mío va a dar para que en WLS me pongáis una sección.

 

Claudia S.

 

Imagen destacada de Deon Black en Pexels