Cada año la llegada del frío nos sorprende cuando menos lo esperamos. Por desgracia, el cambio climático cada vez es más abrupto. Un día estamos en manga corta en pleno octubre, y al día siguiente tenemos que rescatar del fondo de nuestro armario el jersey de cuello alto.

Las bajas temperaturas vienen acompañadas del aumento de resfriados, gripes y, en muchas ocasiones, de dolor muscular y de las articulaciones. El frío contrae estas partes del cuerpo lo que provoca que su funcionamiento se ralentice y que las fibras musculares pierden su elasticidad.

Una de las pautas más apuntadas por los especialistas para evitar lesiones es la alimentación. El consumo de alimentos ricos en purinas como las espinacas, el puerro, el pollo o el salmón ayudan a la eliminación de líquidos y toxinas lo que reduce la probabilidad de enfermedades como la artritis. El aceite de oliva y el jengibre son conocidos por sus poderosos poderes anti inflamatorios. Sin olvidar a las aliadas frutas como las naranjas, las frambuesas y las moras que proporcionan beneficios antioxidantes en el organismo, su alto contenido en vitaminas previene el desarrollo de artrosis y artritis.

 

Una buena hidratación mantiene nuestro sistema homeostático en condiciones idóneas. Suele pasar que con el frío la sensación de sed se reduce, con lo que solemos estar muchas horas sin beber sin apenas darnos cuenta.

La práctica de algún deporte nos ayuda, además de mantenernos activos, fortalece nuestro sistema musculoesquelético. Deportes de bajo impacto como caminar, montar en bicicleta o nadar activan nuestra circulación atenuando lesiones por contacto. Cuando nos movemos mejoramos el estado de nuestro corazón. Recuerda que unos buenos estiramientos antes de cualquier actividad protegen nuestros cartílagos de un mayor desgaste.

También es imprescindible cuidar nuestra postura, es común que cuando sentimos el frío en nuestra piel agachemos la cabeza, por esa razón las molestias más popularizadas en estos meses son en el cuello, espalda y hombros. Evita posiciones de contracción.

El calor localizado es un buen aliado para descontracturar la musculatura. Utilizar almohadas eléctricas o bolsas de agua caliente reducen la presión de la musculatura.

Abrígate. Las prendas de neopreno, como camisetas o mallas, o el uso de calentadores conservan nuestra calor corporal aislándola de las temperaturas bajas que nos rodean. La recomendación es vestir por capas pudiendo adaptar nuestro vestuario a cada momento del día. Si salimos a la calle sin abrigo estamos haciendo que la musculatura se encoja, pero si salimos demasiado abrigados corremos el riesgo de pasar calor por el contraste y acabar sudando.

Si eres además una persona friolera, donde yo misma me incluyo, debes poner especial atención al cuidado de tus articulaciones en esta época del año.

Mima tus articulaciones sin dejar de disfrutar del invierno. 

Rebeca Baena