¿Habéis cogido piojos alguna vez? ¿O los han cogido vuestros retoños?

Yo de pequeña no los cogí nunca. Según mi madre, era tan desaboría que ni los piojos me querían (nunca me ha gustado dar besos y abrazos así como si fueran gratis).

Por ese motivo, no sabía identificarlos, ni los esperaba de visita en mi casa.

No sé como os sentó la visita inesperada a los demás, pero yo al final les organicé una fiesta, les puse un piso, y los recibí con bombos y platillos. Al fin y al cabo, me regalaron una semana de vacaciones, que menos, ¿no?

Todo empezó un lunes. O es el día que yo lo noté.

Yo llevaba el pelo azul y quería cambiarlo a naranja, así que me compré un champú clarificante para intentar eliminar el azul sin necesidad de decolorar (que por si vais a probarlo, no funciona. El azul se queda contigo ya hasta que mueres).

El martes, me empezó a picar la cabeza. El miércoles más. Yo, que ya os he dicho alguna vez que soy un poco paleta y muy inocente, pensé “vaya mierda de champú que me han vendido…”.

Para el jueves, ya mi jefe me empezó a mirar raro de lo que me rascaba, y el viernes decidió trabajar desde casa para no verme.

El sábado, mi cuñado mencionó que mi hijo se rascaba demasiado la cabeza. Era verdad, pero como tenía unas greñas que ya las quisiera Simba y hacía calor lo achaqué a eso. (¿Os he dicho ya que se me da mal unir los puntos verdad?).

Por la noche, mi hija, que es más calmada, vino a que le diera mimos y, mientras le pasaba la mano por la cabeza los vi. Unas cosas negras, pequeñitas, y que definitivamente tenían vida propia. 

Llamé a mi marido para que me confirmara que se movían y en seguida me dijo “piojos”.

Y me puse a llorar. Soy así de dramática y de llorona. Hay que quererme así.

Al día siguiente ya investigué y compré un tratamiento para los piojos. Había que poner un producto en el pelo que en teoría mata todo, piojos, liendres y lo que se le ponga por delante, y luego hay que pasar la liendrera esa horrorosa a diario por una semana para eliminar todo.

Todos los miembros de la familia que tenemos pelo nos dimos el tratamiento.

Avisé a la chica que cuida a los peques del problema y me dijo que si les había echado el tratamiento podía llevarlos con ella de todas formas, porque estaba todo muerto ya (Spoiler alert: no lo estaban. La otra chica que cuida, sus dos hijos, su madre, su marido y ella cogieron piojos en los días siguientes).

También avisé a mi jefe. Trabajo con bacterias, por lo que igual llevar un montón de bichos no es la mejor idea.

Me contestó que política no había, porque podría perfectamente quedarme en la oficina lejos de todo y ya. Pero que ni se me ocurriera acercarme por allí hasta que no le diera un negativo. Como si esto fuera el principio de la pandemia, pues igual.

Me lo tomé a broma pero no, me llamó que tenía prohibida la entrada a la empresa hasta nueva orden.

Y como era decisión suya, y no era problema médico ni nada que me hiciera coger la baja, la empresa me pagaría la semana normal. ¡Hasta me mandó una pizza para comer el lunes por las molestias!

Resultó que mi jefe está traumatizado con los bichillos desde que era pequeño.

Tiene mucho pelo, es muy rizado, y le encanta llevarlo largo. De peque cogió piojos varias veces y su madre siempre le obligaba a raparse la cabeza. Solo de hablar conmigo ya le picaba todo otra vez.

Así que oye, a mí los piojos me dieron una semana de vacaciones. Además vacaciones de verdad. No como las de la playa que me las pasé corriendo detrás de los enanos sin un segundo de descanso. Sin hijos, sin marido, y con pizza gratis.

Una semanita de levantarme a la hora que quiera, y de tirarme en el sofá con Netflix (manta no, que era Agosto y hacía calor), a hacer mi punto de cruz como buena Señora, y a descansar.

Casi estoy por pedirles que vengan una vez al mes, como la regla. ¡Porque tener piojos es como tener vida!

Andrea.