Hasta hace poco solo sabía que habiendo nacido un soleado día de noviembre de aquel año, tan cercano por cierto, mi signo era Escorpio. Ya la hemos diñado, sentenciada de por vida. Nací a las 16.30 horas de la tarde de un lunes, lo que da una pista bastante concisa de cómo se presentaba mi vida desde el minuto cero: a mí no me líes, que ya si eso vamos viendo…

Años después me encuentro ensimismada con mi signo y mis cuadraturas, ¿quién me lo iba a decir? Y es que cada día soy más consciente de que vivimos en un universo, que nos guste o no, está conectado. Con sus constelacioncillas, sus planeticas, sus casas (sí sus casas, ¡flipas!) e incluso con sus meteoritos que pululan como basura espacial y que, llegado el día, escucharán mis plegarias y se darán un porrazo contra nuestro planeta para hace caput y librarnos a todos de esta miseria que es el ser humano y su ansia por zumbárselo todo, en todos los sentidos.

Pero no quiero irme del tema. Antes solo sabía que era Escorpio, ahora, puede que arrastrada por el aburrimiento, he pedido hasta mi Carta Astral, gratuita, eso sí, tampoco vamos a pasarnos. Gracias a ella sé dónde estaba todo el universo exactamente en ese momento, ¡ríete del festín que se pegan las aplicaciones con la ubicación de los smartphones!  

Por daros un ejemplo: el Sol estaba en la casa 7 junto con Venus y Saturno y la Luna en la casa 11 junto con Júpiter, ¡ahí es na’, vaya fiestón! Sé hasta los grados de su colocación. Y no, no me refiero al puntillo con tequila que se podía haber cogido el que lo ha redactado. Y es que gracias a esa carta que me llegó muy modernamente por mail, no sé si mi acojono ha crecido, o por el contrario, me he enganchado a esto de la Astrología. 

Y mira tú por dónde, mi ascendencia en Tauro, y su planeta que es Venus, dicen que no me gusta que me lleven la contraria y que me gusta dedicar mi tiempo al trabajo pero también al amor y al placer, el mío. Tengo también una apreciación aguda del mundo natural y obtengo mucha felicidad de las cosas simples y cómodas, del mundo físico y de toda su gama de delicias. Añade también, entre otras muchas cosas, que soy muy sensual de una forma muy natural y saludable, y que conozco cómo disfrutar la vida. Poseo, ojo al dato, un gran atractivo para el sexo opuesto en una forma mundana. ¡A-lu-ci-no! ¡Me la han clavado!

Junto con la carta astral natal me llegó también una predicción de los próximos 18 meses, pero aún no la he leído. ¡Si me produce ansiedad si quiera saber lo que me va a pasar mañana! Mejor dejo que me sorprenda el futuro, aunque al paso que va, me estoy planteando seriamente tener una conversación profunda con el Universo. ¿Acaso me he portado yo tan mal queridas estrellitas?

 Nunca he creído en aquellos horóscopos que ocupan junto con los crucigramas las últimas páginas de las revistas o periódicos, ¿todos de acuerdo conmigo en que es muy difícil aglutinar a tanta gente en solo 12 signos del zodiaco? Ya no te digo en años de nacimiento como hacen los chinos, por ejemplo, infinitamente más vaguetes, probablemente solo en esto. Tampoco ayuda mucho haber tenido un conocido que cuando era becario en un periódico de tirada dentro de mi comunidad, uno de sus principales quehaceres era inventarse el horóscopo, semana sí y semana también. Hasta la coronilla estaba el hombre de tener tanta intuición (léase capacidad de invención). Y es que no, él iba para Gabilondo, no para Rey, Sandro quiero decir.

Visto lo visto, igual en los horóscopos por semana con sus trending topic de salud, dinero y amor no confío mucho, pero en sí en la posición concreta de nuestra vía láctea cuando nací. Un minuto de diferencia podría haber cambiado mi forma de ser si esa matrona no se hubiera parado a deshacer la media vuelta que traía el cordón umbilical a mi cuello y ya no sería esa gran atracción hacía el sexo opuesto, quizás lo sería hacía el mismo o vete tú a saber. 

Aunque pensándolo bien, ¿es lo que me tocaba o es lo que me quiero creer? Bueno, tampoco es tan diferente al resto de cosas en la vida ¿no? Hay que creer en algo, tener fe, o eso dicen. Prefiero creer en esto que, a pesar de tratar de cuerpos celestes, es más tangible que un señorón en las alturas como juez supremo. Solo espero no pincharme nunca con mi propio aguijón de escorpión, porque entonces sí, ¡entonces me muero con mi propio veneno! ¡¡Buen viaje Astral!!

MUXAMEXAOYI